Reflexiones 420 (2): Marihuana y deporte.

 




Por Omar Colio

A pesar de que los más grandes narcotraficantes del mundo (las farmacéuticas) venden sus productos legalmente, e inclusive algunos magnates de esta rama como Woody Johnson, amigo personal de Donald Trump y propietario de los New York Jets, son dueños de equipos deportivos, desde los 70 el mundo occidental vive en un clima de guerra contra las drogas. Esto por supuesto se ha extendido al deporte, actividad que gobiernos y medios de comunicación por igual han llamado “una manera de mantener a los jóvenes alejados de sustancias nocivas.

A pesar de esta imagen de limpieza que pretenden brindar los deportes profesionales, los atletas que los practican han usado drogas todo el tiempo, algunas son adictivas, otras para mejorar el rendimiento,  pero sobre todo han usado la más popular de todas las drogas ilegales, la marihuana. ¿Por qué? Pues porque es maravillosa y porque la verdad sí es un parito, sí te relaja, si hace que te sientas menos adolorido, si aminora el putazo de la realidad. ¿Cómo creen que Michael Jordan hizo para ganar 6 títulos de la NBA?, ¿No me creen? Vean sus ojos en The Last Dance.

El sensei de Jordan, el señor de los anillos Phil Jackson, fumó mota mientras jugaba en la NBA, desde hace años el entrenador más exitoso en la historia del deporte ha pregonado el uso terapéutico de los psicodélicos en el deporte y más allá de él.

Qué me dicen de Kareem Abdul-Jabbar, probablemente el mejor jugador en la historia de la NBA antes de la llegada de Jordan, quien atribuye su larga y exitosa carrera a la marihuana, el yoga y la meditación.

Pero no sólo en la NBA se las truenan, ahí está Michael Phelps, el deportista más decorado en la historia de los Juegos Olímpicos, a quien su uso documentado de la cannabis le puso costar algunos patrocinadores, pero también lo ayudó a ganar 23 preseas áureas en la máxima justa del deporte mundial. A Usain Bolt, el único que podría desafiar a Phelps en el trono de máxima gloria en la historia de los Juegos Olímpicos, también le gusta prenderse de vez en cuando, aunque aclaró que nunca lo hizo mientras estaba en competencia.

El ex ala cerrada de los Cowboys, Martellus Bennett dijo una vez que usó el número 89 toda su carrera porque el 89% de los jugadores de la NFL usaban las propiedades curativas de la cannabis para sanar el dolor causado por lo cruel que es su deporte. También en la NFL tenemos el caso de Ricky Williams, quien prefirió retirarse y experimentar a fondo el mundo de la ganja en lugar de convertirse en un corredor con los números necesarios para ingresar al Salón de la Fama. Los receptores miembros del Salón de la Fama de Canton, Randy Moss y Calvin Johnson también son parte de la lista de deportistas marihuanos famosos.

La marihuana también ayudó a Tim Lincecum, el mejor pitcher en las Grandes Ligas a finales de la década del 2000, a perfeccionar sus rarísimos, pero poderosos lanzamientos de latigazo, le dio la fuerza al Big Papi, David Ortiz para batear 541 cuadrangulares y ganar 3 campeonatos de la Gran Carpa. Los ascensos meteóricos de Allen Iverson y Michael Vick desde el pobrísimo barrio de Newport News hasta la cima de la NBA y la NFL respectivamente son sólo comparables con los ascensos que experimentaban diariamente al fumar marihuana.

¿Y en el boxeo? Por favor, ¿Cómo creen que los pugilistas aguantan tanto madrazo? Mike Tyson famosamente declaró que subió pacheco al ring en todas sus peleas. Los ídolos mexicanos Rubén “Púas” Olivares y Julio César Chávez son habituales consumidores de esta sustancia.

¿Y en el futbol? Ahí está más escondida la cosa, pero Paul Gascoigne, Megan Rapinoe, Dwight Yorke y el mismísimo Diego Armando Maradona admitieron que la marihuana los ayudó a relajarse antes de un juego.

A través de la historia, los deportistas han usado la marihuana por sus propiedades analgésicas y su habilidad para aminorar el estrés y la seguirán usando, quien crea lo contrario es un ingenuo. Y, ¿saben qué? ¡Déjenlos prenderse! Es mejor eso a que arriesguen su vida usando analgésicos y opiáceos adictivos.

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