El héroe patético y el villano decadente
Unas palabras sobre la Final del Clausura 2024
Por Omar Colío
Obviamente hay amargura en mis palabras. Pero como no
llenarse de rabia cuando en el teatro triunfa el representante del mal, de la
injusticia, de la frivolidad de la misma manera como triunfa en la vida real.
Por eso cada que el villano gana duele, lastima más el alma que lo que la sana
cuando el héroe al fin logra triunfar al final de la epopeya.
Obviamente hay amargura en mis palabras, pero escribo esto
para que los adictos al América, famosos por su revisionismo, no vayan a decir en
el futuro que el bicampeón de la Liga MX fue un equipo de época, que el arquero
Malagón sea su máxima figura demuestra que clase de equipo son. Uno ratonero, mezquino
y sobre todo cagón.
Toda la liguilla el equipo de Coapa se dedicó a arrastrar
su supuesta alcurnia, de derrumbar su prestigio y el de sus jugadores
supuestamente desequilibrantes como Martín, Quiñones y especialmente Valdés,
quienes se encuentran muy alejados de su máximo nivel. Toda la liguilla, el
América se la pasó tambaleándose entre las cuerdas a donde los llevaron el
Pachuca, el Guadalajara y el propio Cruz Azul, quienes a pesar de tenerlo
contra la pared no pudieron derribar al rey cojo y tuerto por culpa de la maldita
mediocridad de nuestro futbol, porque en el fondo su juego estaba marcado por una
mezcla entre miedo e incompetencia.
La histeria afloró en los aficionados al futbol, que se
volvieron locos consumiendo salvajemente la final del futbol mexicano bajo la
promesa de que verían un hecho histórico, de que por fin presenciaríamos la
catarsis del Cruz Azul, héroe patético[1]
de la tragedia, del culebrón que es el futbol mexicano. Bajo la promesa de que
por fin veríamos al equipo cuyo nombre ya es verbo sanar sus cicatrices de la
cruzazuleada más grande de la historia.
En México adoramos a los héroes patéticos, al adorable
perdedor. Y cómo no hacerlo si en el fondo nos identificamos con él. Por eso un
héroe patético siempre es el protagonista de todas las telenovelas y la Liga MX
no es la excepción. Por eso nos lanzamos rabiosa y compulsivamente sobre
nuestros aparatos digitales para ver al héroe por fin darle su merecido al
villano. El equipo de la utopía cooperativista se lanzó sobre el de la cínica y sádica oligarquía, ese equipo al que
no se le puede ser indiferente, el que viste con el color de la pus y los meados.
El equipo que viste con el color de la tristeza logró poner en jaque al rey
cojo y tuerto, pero no logró penetrarlo con su patética lanza. Al final, sólo
vimos la misma historia de siempre, el culebrón más choteado que el
melodramático guion de las purulentas novelas de Televisa: Triunfó el mal después
de una polémica decisión arbitral.
Por eso pienso que el hecho de que este América sea
bicampeón es una prueba de la pobreza futbolística de la Liga MX, de la pobreza
de la competencia en futbol mexicano. Su bicampeonato es un detrimento al nivel
de la liga.
Pero aunque estemos rabiosos, furiosos, hartos y asqueados,
seguramente seguiremos viendo el futbol mexicano porque nos encanta ver a
nuestros héroes sufriendo, sangrando, siendo crucificados.
Comentarios
Publicar un comentario