Reseña de Chin Chin el Teporocho de Armando Ramírez

 


Por Omar Colío

Primera Parte

¡A huevo, Armandito! ¡Lo lograste! A partir de un excelente dominio del lenguaje lograste crear una novela que careciera de toda literatura, te libraste del yugo de la academia, lograste destrozar sus pesadas cadenas y te liberaste. Liberaste la canción de tu corazón cumbianchero y nos regalaste este librazo que pertenece únicamente al barrio, ningún aula, ningún salón de clases merece recibir crédito por lo que hiciste, lo que hiciste es del barrio y para el barrio, lograste crear la prosa perfecta, la prosa de los pobres, la que usa el lenguaje de las cumbias y las salsas. Celebro este libro como el nacimiento oficial de la prosa (poética) nopalera, no teman más hijos de Abya Yala, es nuestra hora, la hora de los hijos de la noche, de los marginados, de los que llevamos llorando 500 años.

Ok…vamos por partes, esta novela es genial por muchas cosas, pero al menos para mí, su lenguaje es su máximo aporte, es la razón por la que debe de estar inscrita en el panteón de las grandes obras de la literatura mexicana. De seguro habrá quien me diga: ¿En serio? ¿El lenguaje? ¿Este dialecto burdo, vulgar y soez escrito con faltas de ortografía? Y yo les diré: sí, ese dialecto, ese vocabulario perfecto, en el que cada falta de ortografía tiene una razón de ser, no es sólo mala ortografía al azar, hay una razón lingüística (y metafísica) detrás de eso, cada coma mal puesta, cada tilde donde no va, cada minúscula donde va mayúscula está ahí por una razón, porque ayuda a plasmar mejor el dibujo de Ramírez, la prosa es sucia, es imperfecta, está manchada de sangre y de mierda, como lo está todo el barrio, como lo están todos los personajes que describe.

Claro que esto sólo es técnica, es como cuando se ve un bordado muy bonito y después uno se entera que no lo hizo una máquina, sino una persona con sus propias manos, es impresionante, pero la belleza, la parte verdaderamente artística de la literatura radica más bien en lo que cuentas y cómo lo cuentas, en cómo lo manipulas para decirle al lector todo lo que le quieres decir. Ramírez no sólo nos cuenta su historia en una prosa desoladoramente hermosa, sino que además rompe una botella, que está hecha con los cristales transparentes del lenguaje, y con ella asesina a la literatura.

Con esta obra, Ramírez demostró que la literatura no es necesaria (entiéndase literatura como la teoría de la composición de las obras escritas, la academia pues). Nos dice: abandonemos el barroco, saltemos de la nave de los locos y nademos hasta Jauja, ¡Hay que ser completamente iconoclastas!, dejemos de dar misa en latín y usemos el lenguaje del pueblo, hay que contar una buena historia de la manera más sencilla posible, la mente del lector es más poderosa que nuestras refinadas palabras, ella llenará mejor los huecos que nosotros.

 

Es una maravilla minimalista. Creo que el hecho de que use muchas elipsis, es decir que escriba en capítulos cortos, es benéfico para la historia porque le da un aura de diario, de una narración orgánica que podría estar haciendo cualquier habitante de la vecindad (cualquier hijo de vecino), los personajes evolucionan al igual que la historia, no son estáticos, no son repetitivos, cada vez se van ensuciando más y más en la mierda en la que están metidos y eso afecta sus acciones.  Como en todo buen libro en el que los personajes se enfrentan a situaciones extremas, los de la bandurria de este barrio se empiezan a volver ferales, su instinto de supervivencia los empuja a los vicios, a la decadencia, a la perdición, a la venganza, a la muerte, a la chingada.

Y sí, ésa es la otra gran cosa que hace genial esta novela, los personajes, son personajes muy auténticos, muy humanos, aman y odian con un fuego que no deja de arder, arde mientras respiran, platican, pistean, se apuñalan por la espalda, se ponen a prueba. A pesar de lo aparentemente limitado del vocabulario en el que hablan, los personajes del maestro Ramírez son mucho mejores que los de muchos que escriben con un vocabulario amplio, académico y barroco del que salen puros personajes unidimensionales, acartonados y pedorros.

Como insinué en el párrafo anterior, el hecho de que estos personajes se sientan auténticos no sólo radica en su andar y sus acciones que ya conocemos muy bien porque su historia es la misma de siempre, la que han sufrido, sufren y seguirán sufriendo millones de mexicanos, sino también por sus diálogos (¿Ya ven por qué les digo que ésta es una obra maestra del lenguaje?), cada uno de ellos tiene una voz propia que no solamente nos revela su pasado sino también sus ambiciones en la vida, esa voz es el fuego del que hablaba, está perfectamente construido, hablan como habla la gente de a de veras, por eso son tan auténticos.

Y como son auténticos, son entrañables, un crítico malaleche que escriba en hipérbole diría que los personajes no tienen ningún condicionamiento moral, pero eso es mentira, podrán no ser hermanitas de la caridad (y qué bueno porque que hueva una novela sobre esas viejas) pero sí tienen códigos, a mí Rogelio me parece un tipo leña, su familia también, siempre es solidaria, cómo no quererlos, cómo no sufrir por el Ratón y su madre la Piltrafa, hasta un personaje complejo como Agnes a mí me genera muchísima empatía. A pesar de ser un libro muy crudo, a veces es un libro tierno, es un libro que te hace sentir el calor del cariño que existe en estas realidades desamparadas, por eso los personajes son entrañables, Ramírez te hace quererlos, no quieres que les pase nada.

Que no se les escape que esta obra es una obra política, este libro es un libro de protesta, al desnudar la realidad está desnudando el corazón podrido del régimen priista y del sistema capitalista, Rogelio tiene conciencia de clase (al igual que sus primos), por eso relata los horrores diarios que suceden todos los días en nuestro país, es absolutamente crudo al describirlos, no usa ni un eufemismo, por eso digo que no es literatura, es algo más profundo.

Esta gente sufre simplemente porque su vida es un infierno, no un infierno filosófico como el que proponen doctrinas como el budismo, sino un infierno real, están atrapados para siempre en el círculo infinito de la explotación y la pobreza, la muerte siempre está presente, esperando en los pasillos, por eso en su poco tiempo libre tienen que vivir al límite, de ahí parte la crítica no sólo a la religión sino a la fe, Rogelio es un superhombre, un deicida, ni siquiera viviendo en el mismísimo infierno necesita un Dios del que agarrarse.

Segunda Parte (El peor de los caminos)

¡Vale verga! ¡Caíste en la trampa! ¿Por qué, Armandito, por qué? ¿Por qué te nos pusiste, más intelectual, más literato, más obvio? en la primera parte planteabas tan bien esta misma crítica de un modo más sutil. ¿Esto echa a perder el libro? Nel, para nada, sigue siendo un libro chingón, pero cuando se nos pone más intelectual y empieza a usar mucha palabra griega, como paroxismo y éxtasis, pierde su aura de manifiesto, de cachetada guajolotera a la literatura, el lenguaje se vuelve más académico, más estudiado, la prosa sigue siendo preciosa pero pierde algo de su autenticidad, de su visceralidad inocente e iluminada, de su simplicidad, aghh es difícil enojarse con este libro por lo buena que es la primera parte, es tan buena que la segunda parte (que también es excelente) parece mala en comparación.

Bueno ya entiendo por qué se llama “el peor de los caminos”, nah, broma, Ramírez no toma el peor de los caminos, pero sí se deja llevar un poco por su lado literato, esto es como cuando un pitcher pierde un juego perfecto en la novena entrada, su trabajo sigue siendo una joya pero pierde esa aura casi divina que tenía. Otra cosa que no me gustó de la segunda parte es que usa más el recurso del otro narrador (el que está en el presente con Rogelio ya convertido en Chin Chin el Teporocho contándole la historia) en la primera parte lo usa sólo al principio y al final y aquí lo usa ya con más frecuencia, la verdad yo siento que no le aporta nada al libro y si lo hubieran cortado no pasaba nada.

Pero en fin, como dije no es que el libro se caiga por completo, sigue siendo un gran libro, los personajes y la historia avanzan orgánicamente, en el aspecto estrictamente narrativo la segunda parte está a la altura de la primera aunque el autor se ponga más intelectual, más explicativo, más novelesco.

Conclusiones

Esta obra debería ser analizada a detalle por los lingüistas. Hay algo místico en su prosa, te deja con una cosquilla metafísica, es absolutamente poética, ese lenguaje que muchos creen burdo es super expresivo, es capaz de hacer estallar una bomba nuclear de sentimientos sólo con una onomatopeya. De verdad no tiene ni pizca de literatura, es increíble, ése es su gran mérito, es un relato popular, Ramírez encuentra la poesía en la cotidianidad y con ella te da una cachetada.

El maestro Ramírez deja salir el grito de la agonía del hoyo, su libro es pestilente, sórdido, mórbido, te intoxica con los olores (hediondos) en los camiones, en las calles, en los supermercados, en las esquinas, te hace sentir las prisas, los empujones en todos lados, la vida de mierda que se vive en eso que los intelectuales llaman el abismo.

Pero también es muy cagado, tiene un timing perfecto para aventar las frases populacheras en el momento preciso en el que resultan más cómicas, además sabe capturar muy bien la cotidianidad del barrio, su estética, misma que en sus propios términos se convierte en un canto extremadamente poético.

Esta prosa poética dejó un impacto en la cultura nacional, está presente en las canciones de Rockdrigo, El Haragán y todos los demás grandes trovadores urbanos, es la prosa de los beats y de los beatos, habla en la lengua en la que hablan los santos y los sabios. Es la auténtica voz del barrio.

 

 

 

 

 

 


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