Los Yankees llegan al Infierno



Por Omar Colío


El Infierno abrió la boca y tragó a miles y miles de almas que amontonadas, confundidas y acaloradas caminábamos  por las escabrosas calzadas de la Ciudad Deportiva. En la lengua, en la puerta al Inframundo, relucía una fotografía de Mickey Mantle con sombrero de charro, unos pasos más adelante comenzaba la interminable cola para entrar a la tienda, con eso lo digo todo. Negocio redondo, la gentrificación del beisbol en la Ciudad de México se ha completado, ha obtenido su definitividad. Ésa es la verdadera razón por la que los Yankees regresaron a México este día de eclipse después de una ausencia de 56 años, al menos en aquella ocasión en 1968 se dignaron a traer un pelotero histórico como Mantle y los que asistieron a aquellos juegos en el viejo Parque Delta pueden presumir de haber visto en acción al cometa de Commerce, a diferencia de los pobres diablos que se vieron engañados pensando que iban a ver a los Yankees y no a unos cuantos Yankees y a un montón de peloteros de ligas menores como terminó ocurriendo. Peloteros como Aaron Judge, Juan Soto y Álex Verdugo, cuyas imágenes predominaban en la publicidad para este juego terminaron por quedarse en la Florida y evadir su viaje al Infierno.

Así como el Bronx ardía durante la Serie Mundial de 1977, esa tarde el Anáhuac estaba ardiendo, los incendios forestales provocaron una contingencia ambiental y convirtieron a la Cuenca de México en un horno gigantesco, estábamos rostizándonos en el ano del diablo, estábamos en el Infierno se los digo, y no me refiero a que estábamos en la casa de los Diablos Rojos del México, sino en el infierno literal, en un universo donde el consumismo, el culto a las apariencias y a los valores del capitalismo imperialista no sólo han triunfado sino se han estandarizado, un universo donde la gente paga absurdas sumas de dinero para poder seguir consumiendo, para formarse por horas para entrar a una tienda a llevarse el recuerdo de un juego de beisbol en lugar de verlo, en el que a nadie le importa perderse las primeras cuatro entradas de un juego de pelota por estar comprando mierdas que nunca usarán o siquiera pensarán en ellas, en el que los eventos deportivos se han alejado completamente del pueblo y se han vuelto un lujo para unos cuantos privilegiados, en la que los organizadores de este tipo de eventos también están a cargo del gobierno de una ciudad gentrificada que poco a poco va expulsando a los más precarizados, esas son las cosas que se piensan en las gradas del jardín izquierdo durante un juego entre Yankees y Diablos una calurosa tarde de domingo en el Infierno.

Eso sí, gracias a que fui logré ver algo que nunca creí ver en mi vida, vi a Mariano Rivera lanzar, puede que sólo haya sido el primer lanzamiento ceremonial, pero igual cuenta, igual pude ver en vivo al mejor cerrador en la historia del juego lanzar su famosísima recta cortada. Inmediatamente después, Marianito procedió a sacarse una fotografía con Carlos Slim…no me sorprende, después de todo, Marianito es amigo personal de Donald Trump y por lo visto disfruta de estar rodeado por oligarcas…¡Arriba los Yankees!

¿Qué hacía Dwight Howard en el Infierno?

Los Diablos vestían todo de rojo y los Yankees lucían su elegante uniforme a rayas, el uniforme de local, aunque técnicamente estaban jugando como visitantes, al menos en teoría, pues salvo por las tradicionales porras de los Diablos Rojos, el corazón gentrificado de la afición estaba dividido, vi a miles portar los colores de ambos equipos y muchos otros miles, como mi hermana, quien por cierto patrocinó mi ida al estadio, que decían: nosotros vamos a apoyar a los Yankees. Y, no sé para mí eso ya implica una inclinación política, una inclinación al imperialismo, si no me creen cuestiónense porque desde hace décadas se transmiten deportes gringos en la televisión mexicana.

También vi otra cosa que nunca creí ver, a Trevor Bauer lanzando, el polémico pitcher no sólo fue el elegido por el mánager Lorenzo Bundy para iniciar el primer juego, sino también por los Diablos para ser su cara en la publicidad para esta serie, lo cual me pareció bastante estúpido de su parte, no sólo por las acusaciones de violación en contra de Bauer, sino porque la opción obvia era hacer la cara de esta serie a Robinson Canó, pelotero ex estrella de los Yankees que es la otra incorporación estelar de la novena escarlata para la temporada 2024. En fin, que la gente encargada de la mercadotecnia esté completamente desconectada de la realidad no me sorprende en absoluto, lo que sí me sorprendió fue que a pesar de unas cuantas peripecias, Bauer logró lanzar tres entradas sin permitir carrera, esta decente actuación de Bauer hizo que algunos comentaristas inflaran el pecho como soldaditos y declamaran que Bauer es uno de los mejores pitchers del planeta…no lo sé, habrá que ver qué pasa en el futuro.

Al final, Canó terminó siendo la gran figura, bateando un poético cuadrangular por todo el jardín derecho contra su ex equipo en la cuarta entrada y yéndose de 4-3 con dos carreras anotadas y dos producidas para darle el triunfo a los Diablos en el duelo que, al menos desde el jardín izquierdo resultó no ser tan divertido. Contrario a lo que esperaba, resultó ser un duelo de pitcheo, yo soy un amante de los duelos de pitcheo, pero ahora pienso que esto es porque me aficioné al juego viéndolo por televisión, donde la acción de estos duelos es mucho más emocionante, pues se pueden ver y analizar más de cerca una a una de las movidas de este duelo de magia o de ajedrez, en el estadio es mucho más divertido ver un juego de muchas carreras, que era lo que yo esperaba, pues imaginaba que  la influencia de la altitud de la Ciudad de México haría volar mucho la pelota, pero esto terminó por no ocurrir, en parte por la gran actuación del staff de pitcheo de los pingos y en parte porque los Bombarderos del Bronx demostraron haber retomado la forma que tuvieron durante la temporada pasada, en la cual su ofensiva sin Aaron Judge era más bien inofensiva, de Bombarderos no tuvieron nada.

Robinson Canó se quedó a un triple de batear el ciclo contra su ex equipo

Todo esto hizo que el pasivo público que acudió al estadio, se mantuviera todavía más pasivo, aunque hubo intentos por echar desmadre, por pasarla bien, el ambiente fue más bien indolente y sombrío, el calor infernal, la falta de ofensiva de el equipo de Grades Ligas, la gentrificación que mata la pasión por el juego y un muy mal trabajo del anunciador del estadio que parecía confundido y desganado —como la afición —contribuyeron a que la experiencia no terminara por gratificarme, me hicieron sentir sucio.

Guiados por el bate de Canó, los Diablos supieron aprovechar sus oportunidades se hacer daño y lograron una ventaja de 4-0 ante el equipo dirigido por Aaron Boone, que al igual que la temporada pasada bateó puritita basura a la hora buena, en la novena entrada, los Yankees por fin lograron hacer daño y pusieron el juego interesante colocando la carrera del empate en posición de anotar. Sin embargo, Ofreidy Gómez logró mantener la compostura y ponchó a José Rojas para darle la victoria a los Diablos Rojos del México por marcador de 4-3.

Así concluyó mi temporada en el infierno, porque fue el infierno para mí, en una ocasión anterior les conté como en mi juventud amé a los Yankees de Nueva York, pero poco a poco empecé a desenamorarme del equipo, principalmente por los valores imperialistas que en el fondo representa, qué se puede pensar de un equipo que prohíbe a sus peloteros cosas como llevar el pelo largo o dejarse crecer la barba. En fin, para mí fue el infierno, fue estar atrapado por 3 horas con mi ex, al menos pude ver como uno de mis amorcitos les partía la madre, jijiji.

La experiencia en el Infierno fue agotadora, fue desgastante, cuando por fin logré salir me sentía sucio y exhausto, sentía como si estuviera cargando una cruz muy pesada, mientras caminaba por la Ciudad Deportiva junto a miles y miles de almas en pena que regresaban a su casa en silencio. Hasta el Sol del Anáhuac parecía herido, las llamas del Infierno hicieron que el cielo adquiriera tonalidades increíbles, la puesta de sol lucía más imponente que nunca, el disco solar pendía magnánimo sobre el cielo, desangrándose, salpicando a los mortales con su llanto rojizo.

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