El silenciado paso de la República Democrática del Congo por la Copa Africana. Futbol e imperialismo.

 


Por Omar Colío

Mucho se ha hablado del curioso caso de la selección de futbol de Costa de Marfil en  la edición de este año en la Copa Africana de Naciones, de la cual es anfitriona.  Después de un par de tropiezos en la fase de grupos, entre los que estuvo una humillante derrota por marcador de 4-0 ante Guinea Ecuatorial, los directivos marfileños se presumieron eliminados del torneo y despidieron a su entrenador Jean-Louis Gasset. Sin embargo, una combinación de resultados hizo que los locales avanzaran a la siguiente ronda como uno de los menos peores terceros lugares, nombraron como técnico a un bomberazo llamado Emerse Faé y lograron  avanzar un par de rondas hasta instalarse en las semifinales de la copa.

En contraste, poco se ha hablado de su rival, la República Democrática del Congo. Equipo que representa al  futbol de una nación que se encuentra en medio de una guerra civil motivada por conflictos étnicos inventados por las potencias de occidente (como Estados Unidos Francia e Israel) que, como en los tiempos del terrible reinado de Leopoldo II de Bélgica, crean conflictos bélicos para aprovecharse de la caótica situación y así poder explotar las prósperas minas de aquella nación sólo para satisfacer las necesidades de la industria automotriz y la de telecomunicaciones y que  también ha alcanzado las semifinales de este torneo continental.

A pesar del de los medios de comunicación, la población de la República Democrática del Congo es constantemente atacada por grupos genocidas apoyados por las potencias de occidente, cuyas industrias explotan los recursos de esa nación rica en piedras preciosas y recursos naturales. Dichas  organizaciones son financiadas por las potencias occidentales quienes explotan el cobalto y demás recursos de la República Democrática del Congo para satisfacer las necesidades de las industrias más banales en el mundo. En estas minas no existen los derechos humanos, ni las restricciones de trabajo infantil, miles de niños mueren al año trabajando para estas empresas esclavistas. Si los congoleños se niega a trabajar las milicias mercenarias los asesinan, muchas mujeres son diariamente raptadas, violadas y forzadas al trabajo sexual y se está dando un genocidio entre iguales alimentado por pequeñísimas diferencias inventadas por los occidentales. A pesar de estas condiciones de vida imposibles, la selección de la República Democrática del Congo ha alcanzado las semifinales de la Copa Africana.

Si bien hay que decir que el paso de los congoleños, así como el de los marfileños, por la Copa Africana no ha sido precisamente brillante, ya habrán pensado que la Copa Africana al igual que la gran mayoría de los certámenes futbolísticos modernos no premia la excelencia en la cancha sino está construida de tal forma que le dé a los dueños del balón la mayor ganancia económica posible, también hay que decir que el llegar hasta estas instancias es una verdadera hazaña considerando la situación de su país. Misma hazaña que no ha sido reconocida por los mismos medios hegemónicos que acallan la terrible situación en la que las potencias occidentales y las élites locales han puesto a ese país.

Esto es un ejemplo clásico de cómo los medios de comunicación afines a las élites manejan el futbol como un distractor, como un espacio para desconectarse del mundo y hablar de curiosidades y trivialidades en lugar de utilizar al deporte más universal como un espacio para abordar los problemas que afectan al mundo.

Por ejemplo: quién sabe que a pesar del genocidio que se está llevando a cabo en su territorio, la Selección Palestina logró empatar con Emiratos Árabes Unidos y golear a Hong Kong para clasificarse a los octavos de final de la Copa Asiática? Sólo los más futboleros, porque esta noticia que no acaparó ningún espacio de las noticias deportivas en el mundo.


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