Por Omar Colío
Forrest Gump es un clásico, una película de culto, una ventana a
una era. Es una obra tan inherente a los 90 como Nirvana, MTV, el Fobaproa y la
privatización de paraestatales. Tengo una visión, un recuerdo pintado en el
lienzo de mi infancia, pero esta visión no sólo es un recuerdo mío, es un
recuerdo colectivo que apuesto a que también está en la memoria de muchos
milennials mexicanos.
La visión es la de un domingo
en la tarde, una televisión panzona y cuadrada en la que en el Canal 5 están
pasando Forrest Gump enfrente de una botella de coca-cola helada. Sé que
esa ilustración que es una ilustración de mi infancia también es la ilustración
de muchas otras infancias, todos bebimos coca-cola un domingo por la tarde
mientras veíamos Forrest Gump en el 5, con razón hay tantos obesos en
México, con razón somos el país número uno del mundo en obesidad infantil, con
razón hay tantos diabéticos. En serio banda, como dijo Cristiano Ronaldo, tomen
agua, no tomen refresco.
Lo que hace fascinante a Forrest
Gump es que es una película llena de momentos históricos y personas famosas
que se cruzan con el protagonista, es una obra que trata de imprimir los
sentimientos colectivos de varias épocas, eso la hace tan memorable, aunque
también hace ver a esta historia como una historia inverosímil, es decir, ¿Qué
tipo común tiene la suerte de toparse con tantos hitos de la historia
americana? ¿Cómo Forrest puede aparecer en tantos momentos clave y pasar
desapercibido ante la Historia?
De hecho en el libro — Sí, Forrest
Gump es una novela de Winston Groom — esto se exagera todavía más. En la
secuela —Sí, el libro tiene una secuela llamada Gump & co. que salió
después del éxito de la película —Forrest termina jugando en la NFL con los New
Orleans Saints después de toparse con su excompañero en la Universidad de
Alabama Kenny Stabler en un bar de desnudistas en Nueva Orleans.
Y está bien que esto pase,
porque Forrest Gump es una fábula, el protagonista es un símbolo, una
alegoría del pueblo americano tropezándose con la Historia misma, no tiene que
ser una historia verosímil, después de todo no hay nadie así, nadie tiene tanta
suerte como Forrest Gump, ¿verdad?
Pero como decía la Sra. Gump:
“La vida es como una caja de chocolates”, es misteriosa, hay gente cuya
historia puede parecer inverosímil, pero es cierta. Supongo que hay gente que
simplemente nace con ese destino. Déjenme presentarles a Earl Morrall.
El llamar a Morrall un simple
quarterback sería un error, primero porque también era pateador de despeje.
Imagínense que hoy en día, Josh Allen además de apabullar a la oposición con su
temible brazo y su apoteósica manera de correr el balón sobre y por encima de
los cuerpos rivales, además tuviera que preparar la pierna en el caso de que
hubiera que hacer un despeje, una muestra más de cómo el tiempo se nos escapa
como el agua por los huecos de las manos, Qué tiempos aquellos en los que no
viví.
Apuesto a que, si Josh Allen
además de quarterback fuera pateador de despeje, saldrían bellas jabalinas de
90 yardas de su pierna. Lo siento, a veces soy todo un hípster. Me importan los
pateadores de despeje, los pateadores de despeje también son personas. Como tú
y como yo, viejo. En fin, no quería hacer esto sin hablar de la faceta de
Morrall como Punter, pero prometo que como diría Forrest Gump: “Eso es
todo lo que tengo que decir al respecto”.
Pero bueno, ése es Earl
Morrall. Ok, vamos al problema principal de comparar a cualquiera con Forrest
Gump. Earl Morrall no es un tonto, no es sólo un simple regresador de patadas
rapidísimo. Morrall era quarterback, el cerebro del equipo. No obstante, sí
comparte otras cualidades con Forrest Gump, esas cualidades que hacen a Forrest
un personaje tan entrañable. Como Forrest Gump, Morrall es propenso a
encontrarse con gente famosa y momentos históricos, también como Gump, Morrall
es un gran atleta.
Al igual que Forrest Gump,
Morrall tuvo esa cualidad de aparecer en momentos históricos desde joven y lo
hizo gracias a haber sido un fantástico atleta, Morrall lideró a su
preparatoria a títulos estatales en futbol americano y beisbol, que el equipo
conquistó gracias en parte a que Morrall se robó el home en el juego decisivo.
En su último año colegial en Michigan State, guio a los Espartanos a la
victoria en el Rose Bowl y también jugó en la Serie Mundial Colegial como
shortstop y tercera base, tuvo la opción de jugar beisbol profesional —que en
1956 todavía era un deporte más popular que el futbol americano—sin embargo,
escogió jugar en la NFL.
Era un prospecto tan grande
que fue tomado por San Francisco con la segunda selección global del Draft de
1956 a pesar de que en su posición ya tenían al veterano Y.A. Tittle. Tittle es
considerado una leyenda por sus actuaciones con el equipo de la Bahía pero
sobre todo con los Gigantes de Nueva York a principios de los 60, el legendario
mariscal texano tuvo un inicio dubitativo en la temporada del 56 y el coach
Frankie Albert —legendario entrenador de Stanford —le dio tiempo de juego al
novato Morrall, no le fue bien, tuvo números paupérrimos hasta para la época y
volvió a la banca, al rol de suplente, ese rol que marcaría a Morrall durante
toda su carrera. Aunque, no se equivoquen, Morrall no es un simple quarterback
suplente de esos a los que les pagan millones sólo por encargarse de cargar una
pizarra con las jugadas en las laterales, Morrall es considerado por muchos
expertos el mejor quarterback suplente en la historia de la NFL.
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Y.A. Tittle |
Su año de novato sería el único que pasaría en San Francisco, en su segundo año fue cambiado a Pittsburgh. Ahora, estos Acereros no son la franquicia exitosa que todos conocemos y que amamos odiar, estos son los tempranos Acereros de Pittsburgh, una franquicia irrelevante que no podía hacer nada bien. A pesar de que Morrall tuvo buenos momentos en Pittsburgh que lo llevaron al Pro Bowl, naturalmente las cosas no salieron del todo bien en el oeste de Pensilvania, pero por lo menos su suplente era un buen tipo. Ya saben, esa clase de tipo callado y reflexivo al que le gusta relajarse al medio tiempo de un partido fumando un cigarro y bebiendo un refresco (en serio amigos, no beban refresco).
El nombre de ese quarterback
era Len Dawson, que después de tener una infructífera carrera en la NFL con
Pittsburgh y Cleveland, en 1962 decidió firmar con los Dallas Texans de la AFL,
franquicia que al no poder competir con los Vaqueros, decidió mudarse y
convertirse en los Kansas City Chiefs, a los que Dawson guio a tres campeonatos
de la vieja Liga Americana, lo que le dio la oportunidad de jugar en el primer
Super Bowl de donde proviene la más maravillosa fotografía de un medio tiempo
de un partido de la NFL, una prueba más de cómo el deporte y la vida ha
cambiado desde entonces.
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Len Dawson al medio tiempo del Super Bowl I |
Dawson falleció hace poco y cuando murió no pude sino pensar en esta increíble foto, una de mis favoritas de la historia de la NFL. Dawson ganó con los Chiefs el Super Bowl IV, dándole la última victoria a la AFL sobre la NFL antes de que las ligas se fusionaran.
Es difícil de creer hoy en
día, pero en los 50 uno de los equipos más poderosos de la NFL eran los Detroit
Lions. Eran encabezados por Bobby Layne, uno de esos quarterbacks como Sonny
Jurgensen, Joe Namath o Kenny Stabler, capaz de tener un desempeño heroico en
el emparrillado, solamente superado por el heroísmo demostrado a la hora de las
diarias parrandas. Layne llevó a los Lions a 3 campeonatos de la NFL en los 50,
sin embargo en el 58 se hartaron de él y decidieron cambiarlo a Pittsburgh por
Morrall.
Después del canje, Layne
estaba tan encabronado que lanzó una maldición sobre el equipo, dijo que no
volverían a ganar un campeonato en 50 años. Así que se podría decir que Morrall
estuvo involucrado en la famosa maldición de Bobby Layne, ¿Recuerdan como
Forrest Gump se tropezaba con eventos históricos y culturales? ¿Ya me creen que
Earl Morrall se parece a Forrest Gump? Y eso que ni siquiera les he contado las
mejores partes de su historia.
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Bobby Layne |
¿Qué pasó con la maldición? Bueno, tras 50 años miserables que no estoy aquí para detallar, los aficionados de los Lions se mostraban optimistas en cuanto al fin de la maldición y miraban con esperanza la temporada 2008. ¿A qué los llevó dicha esperanza? A que en 2008 los Detroit Lions se convirtieran en el primer equipo en la historia de la NFL en terminar una campaña con 0 victorias y 16 derrotas, por favor no culpen al viejo Earl por ello.
De sus años en Detroit mejor
ni hablamos, adelantémonos hasta 1965 cuando Morrall era el quarterback
suplente de los New York Giants, para este punto de su carrera está claro ante
los ojos de toda la liga que Morrall es un quarterback suplente, está destinado
a ser un viajero, a cambiar de equipo, de ciudad y de vida constantemente, cuando
imagino a Earl Morrall, lo imagino como imagino a Neal Cassady, me gusta pensar
que su corazón vibraba al ritmo de la poesía de la Generación Beat, que tenía
la misma actitud ante la vida de On the road, es decir imagínense la
cantidad de grandiosas historias que un quarterback viajero puede contarte,
¿Con quién preferirían tener una charla, con Tom Brady, el quarterback templado
y soso que lo ganó todo o con alguien como Ryan Fitzpatrick, un tipo que sabes
que tiene cientos de maravillosas y caóticas anécdotas de muchísimos lugares?
A pesar de haber enarbolado
el rol de suplente para mediados de los 60, Morrall no había perdido su
capacidad de cruzarse con la historia misma de la NFL. En Nueva York fue
suplente del tipo al que los Giants eligieron para suplir a Tittle, un tal Fran
Tarkenton, un tipo que revolucionó la posición más importante como ningún otro
antes, fue el primer gran quarterback móvil, destacó enormemente con los Giants
y sobre todo con los Minnesota Vikings con los que jugó en 3 Super Bowls.
Tarkenton se retiró con todos los récords para pasadores habidos y por haber en
la NFL, pero nunca pudo ganar el partido grande, curiosamente el hombre que
rompió todas sus marcas, Dan Marino, tampoco pudo hacerlo.
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Fran Tarkenton |
Y ahora, a lo bueno, a 1968, un año importantísimo en la historia del Siglo XX, mientras en el mundo reinaba un clima de revolución un ya veterano Morrall se unía a las filas de los Baltimore Colts para ser el suplente de Johnny Unitas.
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Earl Morrall y Johnny Unitas |
Si están imaginando esta
historia como una película, ésta es la escena en la que Forrest Gump conoce a
John Lennon, en ese punto Unitas era el atleta más famoso de la NFL, con todo y
su horrible corte de pelo había logrado volver al futbol americano el deporte
más popular de Estados Unidos con hazañas como lanzar un pase de anotación en
47 juegos seguidos entre 1956 y 1960, también había ganado 2 campeonatos de la
NFL, incluido el del 58 ante los Giants en Yankee Stadium. Ese encuentro fue
llamado "El mejor juego jamás jugado" pero si lo vemos con los ojos
del presente sólo veremos a un montón de blanquitos jugando como cerdos sobre
el fango del Bronx.
Aunque Unitas era un
veteranazo para este punto, era el Jugador Más Valioso de la liga reinante y
también era incuestionablemente el mejor quarterback en la historia de la NFL,
lo fue hasta por ahí de 1989 cuando Joe Montana ganó su cuarto Super Bowl. Se
esperaba que Unitas guiara la ofensiva de los Colts en el 68, pero en el último
juego de pretemporada Johnny U se lesionó el codo, así que el joven entrenador
llamado Don Shula (recuerden ese nombre) no tuvo otra opción que darle las
llaves de la ofensiva a Earl Morrall.
¿Qué hizo nuestro héroe?
Bueno pues tuvo una temporada de ensueño, ganó 15 partidos para llevar a los
Colts al campeonato de la NFL, no sólo eso, los Colts arrasaron con la liga ese
año, fueron tan dominantes que aún hay quien los considera el mejor equipo de
la historia. Earl jugó tan bien en el 68 que a pesar de que Unitas se había
recuperado de su lesión, el coach Shula decidió quedarse con Morrall como
titular. Ese año también fue nombrado MVP de la NFL.
Super Bowl III. Ya hablamos
de esto en el texto de Joe Namath, ¿Lo recuerdan? ¿Recuerdan cómo los Colts
eran super favoritos y a la hora del juego se derrumbaron? Bueno, pues
desgraciadamente ese colapso tiene que ver con el pobrísimo desempeño de
nuestro amigo Earl Morrall, estuvo terrible ese día, completó 6 de 17 pases
para sólo 71 yardas y lanzó 3 intercepciones. En el tercer cuarto, Shula
decidió mandarlo de vuelta a su amada banca y poner en el timón a Unitas, no
importó, los Jets se llevaron la improbable victoria. Una lástima para Morrall
y los Colts, pero hay que decir que de no ser por Earl Morrall a lo mejor la
NFL y la AFL nunca se fusionan.
Dos años después. Super Bowl
V, Shula se ha ido de Baltimore, Unitas está de vuelta en el timón, durante la
temporada el futuro miembro del Salón de la Fama de 37 años ha estado
lesionado, por lo que Morrall ha tenido que entrar bastante al ruedo. Las estadísticas
de Morrall son mejores que las de Unitas, pero el coach Don McCafferty elige al
más veterano para iniciar el partido grande contra los Cowboys de Tom Landry,
que son forzados por la NFL a usar su uniforme azul en lugar de su preferido
uniforme blanco. Por lo cual también se puede argumentar que Morrall es
parcialmente responsable de la maldición del uniforme azul de los Cowboys.
El juego en Miami fue un
juego feo, gacho, horripilante, hubo 11 entregas de balón entre los dos equipos
(7 de ellas de los Colts), naturalmente el premio a Jugador Más Valioso de este
Super Bowl fue para Chuck Howley, un jugador defensivo…del equipo perdedor. En
el segundo cuarto, Unitas sufrió una lesión de costilla que lo sacó del partido
así que, nuevamente fue turno para el viejo Earl...en realidad sus números en
este juego fueron malos, pero al menos no fueron tan malos como los de su
asquerosa actuación dos años antes y él fue el quarterback de los Colts en la
última ofensiva, que concluyó con el novato Jim O’Brien pateando el gol de
campo que le dio la victoria a Baltimore con el reloj en ceros.
Si esto fuera una película
este sería el final, es decir vean lo que pasó, no se puede tener un final más
hollywoodense que Morrall viniendo una vez más desde la banca para ganar el
partido grande en el último segundo, pero la realidad está mucho mejor escrita
que la ficción.
Un par de años más tarde
Morrall tenía 38 años de edad, su contrato con Baltimore expiró y Earl decide
seguir a su viejo amigo Shula a Miami para ser el suplente de Bob Griese. El
equipo que armó Shula en Miami es muy bueno, es tan bueno que aunque me
gustaría hablar aunque sea brevemente de cada uno de los mejores jugadores de
ese equipo no lo haré porque esto se transformaría de un boletín a un libro de
200 páginas. Morrall tiene 38 años pero en el campo de entrenamiento luce de
58, está completamente fuera de forma después de años de vivir la dulce vida de
un quarterback suplente de la época, los talentosísimos jugadores de los
Dolphins ven esto y creen que es una broma, no pueden creer que este pedazo de
carne mal cocinado sea el suplente de su líder.
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Bob Griese |
}Los jugadores de Miami del 72 se divierten molestando al viejo Morrall, un día ponen una silla mecedora frente a su casillero, pero se olvidan de que, aunque este abuelo está fuera de forma, es un gran atleta y que tiene una alta propensión a tropezarse con momentos históricos.
En el quinto juego de la
temporada Griese sale lesionado, así que una vez más es momento de que este
viejo desempolve el casco y el brazo y entre al campo de batalla. Gracias a su
metódico manejo de la ofensiva y a su gran capacidad atlética, a mover los pies
con la agilidad de un campocorto, Morrall es nombrado Regreso del año y Jugador
del año de la AFC y termina guiando a los Delfines a una temporada invicta,
ganando 11 partidos para asegurar la presencia de Miami en el Super Bowl VII,
antes del partido Shula se encuentra en el mismo predicamento en el que estuvo
cuatro años atrás, Morrall los llevó hasta el Super Bowl, pero Griese estaba
recuperado.
Shula decidió no volver a
cometer el mismo error y le dio la titularidad a Griese, Morrall tuvo que ver
desde la banca como los Dolphins concluyen la obra y cierran con broche de oro
la única temporada invicta en la historia del Super Bowl, el mejor quarterback
suplente de la historia ve desde la banca el final perfecto de una temporada en
la que guio, una vez más, a un equipo al Super Bowl. Poético.
En 1976, a los 42 años,
Morrall le puso fin a su carrera de 21 años en la NFL en la que flotó de aquí a
allá como una pluma llevada a la deriva por el viento, se retiró siendo
considerado el mejor quarterback suplente de la historia, pero su verdadero legado
fue su capacidad de habitar momentos históricos de la NFL, de estar alrededor
de los mejores de la historia. Supongo
que hay personas así, como Forrest Gump o Earl Morrall, que simplemente nacen
con esa suerte y de alguna manera terminan medio olvidados entre la enormidad
de la historia.
Lo mejor de Morrall es que
aún retirado no perdió su cualidad, una vez que colgó el casco y los botines,
aceptó un trabajo como entrenador de quarterbacks en la Universidad de Miami,
en donde llevó a la grandeza a leyendas como Jim Kelly, Bernie Kosar y Vinny
Testaverde. Y eso es todo lo que tengo que decir al respecto.
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