Deporte y guerrilla



Por Omar Colío 
 
El deporte es un acto político. Su condición pública y popular lo vuelve un escenario perfecto para manifestaciones políticas. Sin embargo, pocos deportistas se atreven a entablar lazos con las vertientes más radicales de la lucha de clases. Para celebrar el 30 aniversario del levantamiento zapatista y el inicio de la guerra contra el olvido, aquí te contamos de esas escasas ocasiones en las que el deporte de alto rendimiento ha tenido contacto con la guerrilla. 


Javier Zanetti es considerado uno de los futbolistas argentinos más versátiles e inteligentes de la historia. Es un símbolo del Inter de Milán; fue un gran capitán del equipo en la cancha y ahora es un exitoso vicepresidente de la escuadra neroazzurra en la oficina. Pero también es un hombre comprometido con las causas sociales debido a las dificultades económicas que sufrió en su infancia. En 2004, el “Pupi” ayudó al EZLN. Después de un ataque por parte de un grupo paramilitar que arremetió contra familias que transportaban agua a comunidades zapatistas, Zanetti envió a la guerrilla mexicana 2500 euros, que fueron recaudados a partir de las multas que habían sido cobradas durante la temporada los jugadores del club neroazzurro durante la temporada. Bruno Bartolozzi, directivo del Inter, fue enviado a Chiapas con los recursos para las comunidades zapatistas. Junto con el dinero, Zanetti envió una nota a los zapatistas que decía: “Creemos en un mundo mejor, en un mundo no globalizado, sino enriquecido por las diferentes culturas y costumbres de cada pueblo. Es por esto que queremos apoyarlos en esta lucha por mantener sus raíces y pelear sus ideales”. Además, durante su visita a Chiapas, Bertolozzi identificó que las comunidades insurgentes requerían ayuda para mantener abierto un hospital de asistencia gratuita para los indígenas, por lo que los neroazzurri donaron otros 750 euros para comprar una ambulancia. 
La ayuda de Zanetti y el Inter llegando a tierras zapatistas.



Cinco años antes, en 1999, aprovechando una gira que los zapatistas hacían por todo México para exponer sus demandas, Javier Aguirre, entonces Director Técnico del Pachuca, organizó un partido entre el EZLN (con todo y pasamontañas) y exfutbolistas profesionales que se jugó en el Estadio “Palillo Martínez” de la Magdalena Mixhiuca. El partido se llevó a cabo el 15 de marzo de 1999. Aguirre lo organizó para llamar la atención acerca de una consulta sobre los derechos de los pueblos indígenas. Entre el equipo de exjugadores comandado por el “Vasco” y algunos de los espectadores en las gradas, se logró juntar el calzado necesario para que los zapatistas, que venían descalzos, pudieran jugar.


 
Los jugadores zapatistas mantuvieron su anonimato; a pesar del calor en la capital no se despojaron de sus pasamontañas en ningún momento. Jugaron con una playera negra con una estrella roja en el pecho y sobre ella las letras EZLN. El marcador final favoreció a los exjugadores profesionales 5-3. Días después el Subcomandante Marcos publicó una carta en la que decía: “No perdimos, nos faltó tiempo para ganar (Napoleón dixit). Además es claro que a nuestros muchachos les afectó la altura, el clima, el smog, el terreno, la crisis asiática, el Popocatépetl, el affaire Clinton-Lewinsky y esos uniformes en los que cabíamos dos en cada uno. ¡Ah! y no olviden que los zapatudos llegaron un poco cansados porque arribaron al DF después de driblar a 70 mil federales”. 


 
Didier Drogba es reconocido como uno de los mejores futbolistas africanos de toda la historia, pero ¿Sabías que ayudó a parar una guerra? En octubre de 2005, cuando su país, Costa de Marfil, logró su primera clasificación a la Copa del Mundo, esa nación se encontraba en medio de una guerra civil de tres años. Al terminar el partido que les dio el pase al Mundial, Drogba y sus compañeros se arrodillaron en la cancha. El delantero tomó el micrófono y, frente a las cámaras, le pidió a ambas facciones que se perdonaran y que abandonaran las armas. Dos semanas después, el mensaje logró su objetivo y se negoció un armisticio.
Drogba, después de disputar con su selección un partido en tierras insurgentes. 



Después del Mundial y de recibir el premio al mejor futbolista africano en 2006, Drogba volvió a su país, puntualmente a la zona ocupada por los rebeldes en el norte. Llevó consigo el trofeo que lo consagraba como mejor jugador africano para buscar una reconciliación con los insurgentes e implantar un diálogo, lo cual fue exitoso. Tan bien fue el diálogo que inclusive Drogba logró llevar un partido eliminatorio para la Copa Africana de Naciones a Bouaké, ciudad base de los rebeldes, en la que su selección venció 5-0 a Madagascar. Este evento fue considerado fundamental para que se firmaran los acuerdos de paz definitiva en 2007. 

Otro caso famoso es el de Mira Rai, una renombrada ultramaratonista nepalí. Impulsada por el profundo sentido de injusticia de género arraigado en su país, donde las mujeres aún son consideradas posesiones, Mira Rai tomó una decisión extraordinaria a la edad de 14 años: se unió a la guerrilla maoísta. Su motivación era abordar y resistir las estructuras sociales opresivas que afectaban a las mujeres en Nepal. 



Tras la derrota de la insurgencia maoísta, Mira Rai redirigió su vida hacia un camino sorprendente: aprovechó su experiencia luchando en la guerrilla y se dedicó al mundo de las carreras de ultramaratón. Su transición de guerrillera a atleta de élite ha sido notable, y ahora ostenta varios récords en su disciplina. A través de su dedicación al deporte, Mira Rai no solo ha desafiado los estereotipos tradicionales de género, sino que también ha inspirado a otras mujeres a perseguir sus sueños y desafiar las limitaciones impuestas por la sociedad.

Además de sus logros en las competiciones de ultramaratón, Mira Rai se ha convertido en un símbolo de empoderamiento femenino en Nepal. Ha utilizado su plataforma para abogar por la igualdad de género y la eliminación de las prácticas patriarcales arraigadas en la sociedad. A través de charlas motivacionales y programas educativos, Mira Rai busca transformar las percepciones culturales y fomentar un cambio positivo hacia la igualdad y la libertad para las mujeres en su país. Su historia, desde los campos de batalla de la guerrilla hasta los podios de ultramaratones, ilustra la increíble capacidad humana para transformar la adversidad en fuerza y determinación. Mira Rai no sólo es una atleta excepcional, sino también una defensora apasionada de la justicia social y un modelo a seguir para aquellos que buscan superar los desafíos y contribuir al cambio en sus comunidades. 

También es esencial recordar las significativas acciones llevadas a cabo por los atletas afroamericanos durante los Juegos Olímpicos de México 1968, cuando muchos de ellos eligieron presentarse con indumentarias que representaban el mensaje político del Black Panther Party al ser premiados con medallas. Uno de los eventos más emblemáticos al respecto fue el "Saludo al Black Power" protagonizado por Tommie Smith y John Carlos. Ambos atletas, tras ganar respectivamente la medalla de oro y la de bronce en la competencia de los 200 metros, decidieron realizar un gesto simbólico durante la reproducción del himno nacional de Estados Unidos. 
El "Saludo al Black Power", en el que el australiano Peter Norman, ganador de la medalla de plata, también participó portando un distintivo en favor de la lucha por los derechos civiles. 



Este acto consistió en levantar sus puños enguantados con guantes negros en un claro gesto de protesta contra la injusticia racial y en solidaridad con el movimiento del Black Panther Party y la lucha por los derechos civiles. Llevaban cada uno un guante: Tommie Smith en su mano derecha y John Carlos en su izquierda, representando la unidad y la lucha conjunta por la igualdad. Sin embargo, esta acción valiente y condenatoria les costó caro, ya que fueron expulsados de la Villa Olímpica y enfrentaron una persecución continua a lo largo del resto de sus carreras deportivas. 

El Black Panther Party fue una organización política afroamericana fundada en 1966, que buscaba abordar las inequidades sociales y raciales en Estados Unidos. Reconocido por su activismo y posturas radicales, el partido abogaba por el empoderamiento de la comunidad afroamericana y se oponía a la brutalidad policial y al racismo sistémico. La elección de utilizar indumentarias relacionadas con el Black Panther Party durante los Juegos Olímpicos no solo fue un acto de valentía por parte de los atletas, sino también una declaración política que buscaba llamar la atención sobre las injusticias raciales que persistían en Estados Unidos. El gesto de Smith y Carlos no solo dejó una marca imborrable en la historia olímpica, sino que también se convirtió en un símbolo duradero de la lucha por la igualdad y la justicia social. 

En el año 2018, después de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), excombatientes de la guerrilla decidieron iniciar un proyecto transformador. Así nació el La Paz FC, un equipo de futbol que aspira a utilizar el deporte como una plataforma para la reconciliación y la reconstrucción del tejido social, en lugar de recurrir al combate armado. 



El surgimiento del La Paz FC representa un hito crucial en la historia postconflicto de Colombia. Este equipo fundado por excombatientes y víctimas del conflicto armado que han decidido cambiar las armas por balones y convertirse en agentes de la transformación a través del deporte. Este enfoque no solo busca brindar oportunidades deportivas a quienes han vivido situaciones traumáticas, sino que también pretende promover la integración y la coexistencia pacífica en las comunidades afectadas por décadas de conflicto.

Al utilizar al futbol como herramienta para la reconciliación, estos excombatientes buscan concientizar a las masas y construir un futuro basado en la colaboración y el entendimiento mutuo. Este proyecto no solo tiene un impacto en el ámbito deportivo, sino que también contribuye al proceso de construcción de la paz en Colombia. 

Además, el La Paz FC se ha involucrado activamente en iniciativas comunitarias, programas educativos y eventos deportivos locales. A través de estas actividades, el equipo busca  impulsar la reconciliación, la cohesión y la transformación social. Su participación en torneos y ligas locales es una declaración de compromiso con la construcción de un país más unido y pacífico.

Aunque los intereses comerciales y la estructura institucional del deporte a menudo dificultan que los atletas o las organizaciones deportivas se identifiquen abiertamente con causas sociales, hemos evidenciado ejemplos notables de solidaridad. A través de historias como las que aquí fueron relatadas, podemos ver cómo el deporte ha sido utilizado como una herramienta para expresar solidaridad y apoyo a causas importantes. Estas acciones demuestran que, a pesar de los desafíos, existen atletas y equipos dispuestos a alzar la voz y utilizar su influencia en favor de los desfavorecidos. A pesar de los desafíos inherentes, estos ejemplos resaltan que el deporte puede ser una herramienta poderosa para la expresión de solidaridad con causas sociales y políticas. A medida que estas historias se multipliquen, quedará claro que el deporte es un escenario donde la solidaridad y el compromiso con los más desfavorecidos pueden florecer, desafiando las barreras convencionales y construyendo puentes hacia un mundo más justo y equitativo.





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