Caos, confusión e ineficacia: El turbio océano del protocolo para erradicar la violencia de género en la UACM
Por Omar Colío
Por las tardes, el silencio reina en la
UACM Del Valle. En sus pasillos no reverbera el bullicio típico que suele
emanar de las universidades públicas. No, aquí el único eco que rebota en las
paredes es el sepulcral eco del silencio que hace que uno se estremezca por lo
solo que uno se encuentra paseando por el patio a esas horas, este silencio es
un reflejo de la apatía y desconexión que impera en la comunidad
universitaria. Esta falta de conexión se extiende a los procesos
administrativos,. la comunidad está perdida en medio del caos burocrático de la
institución, donde nadie parece saber qué está sucediendo, este silencio también es reflejo del
silencio que proviene de las autoridades universitarias cuando se trata de enfrentarse a los muchos
problemas de la escuela, especialmente en cuanto a erradicar los casos de
violencia de género.
“En esta escuela nadie sabe nada, ni
los alumnos, ni los profesores, ni las autoridades. Conozco compañeros que
llevan años aquí y ni siquiera saben dónde está la coordinación, nadie sabe qué
pedo con lo que pasa en la escuela, mucho menos con los procesos
administrativos, aquí todo es un desmadre”, me dice Alexis, estudiante de la
licenciatura en creación literaria. “Ha sido un trabajo complejo”, comenta
Adrián Palacios, alumno del plantel Del Valle y miembro del vigente congreso
universitario refiriéndose a lograr que la comunidad universitaria conozca, se
interese y se involucre en los procesos y protocolos administrativos de esta
casa de estudios. Cuando se le cuestionó respecto al por qué cree que exista
esta desconexión entre la comunidad universitaria y los procesos
administrativos de la institución, Palacios lo atribuyó al “desinterés que
existe por parte de la misma comunidad y a las propias trabas que existen
dentro del sistema burocrático de la escuela”:
Es en este contexto de silencio, desinterés
e ignorancia que envuelve al grueso de la comunidad universitaria es que —en
medio de la pandemia de COVID-19—en octubre de 2020, el sexto consejo
universitario anunció a través de sus plataformas digitales la creación del Protocolo
para prevenir y erradicar la discriminación, la violencia contra las mujeres,
el acoso y el hostigamiento sexual en la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México, mismo que fue resultado de más de año y medio de discusiones,
deliberaciones entre el consejo, así como consultas con la comunidad
universitaria y con personas e instituciones especializadas en el tema.
Si bien la creación del protocolo tardó un año y medio, su
existencia es resultado de un proceso más largo, de casi una década, en las que
miembros de la comunidad (particularmente del plantel San Lorenzo Tezonco)
intentaron crear un protocolo para enfrentar la oleada de casos de violencia de
género dentro de la universidad, misma que fue remarcado con tinta roja e
indeleble por los cuatro casos de feminicidio que le costaron la vida a alumnas
de la UACM.
Sin embargo, después de la implementación del protocolo para
erradicar la violencia de género en esa institución, no pasó mucho tiempo antes
que la eficacia de dicho protocolo fuera cuestionado por miembros de la prensa
y por la propia comunidad universitaria, en septiembre de 2022, el medio Pie
de página publicó un reportaje en el que señalaba la falta de resolución de
los procesos estudiados por el protocolo, su carencia de visión de género y su
ineficacia en general. En dicho reportaje se exponía el caso de la Dra. Roxana
Rodríguez, profesora de la universidad, quien presentó pruebas en contra de su
agresor ante la Unidad de atención del protocolo, que la revictimizó, no hizo
nada por protegerla de su agresor y no dio resolución alguna al caso. Tristemente,
el caso de la Dra. Rodríguez, no es el único, pues según las fuentes de esta
investigación hay entre 80 y 100 casos sin resolución por parte del consejo de
justicia del protocolo.
”Veo que (el protocolo) ha sufrido muchas dificultades de
muchos tipos” me dijo en entrevista Karla Montalvo, profesora de creación
literaria, ex miembro del consejo universitario y una de las personas
involucradas en la creación del protocolo. “Para empezar, el Consejo de
Justicia estuvo parado porque cuando estábamos en pandemia, se acabó nuestro
mandato (en el consejo universitario) y nos tardamos casi año y medio en que
hubiera un nuevo consejo universitario que aprobara el reglamento del Consejo
de Justicia. En el ínter, la Secretaria Técnica del Consejo de Justicia
renunció, el Consejo de Justicia se quedó incompleto. Luego llegó el nuevo
Consejo y pasaron seis meses y no habían sacado nada. Finalmente sacaron la
convocatoria, se logró crear (un nuevo consejo) y apenas ahorita se están
poniendo a trabajar. Pero fíjate, ahí ya pasaron dos años o dos años y medio.
Entonces ha sido muy difícil. Hasta donde yo sé, no hay ni una sola resolución
todavía. Y, ¿sabes qué? si te soy honesta, no estoy muy esperanzada al respecto
porque la persona que quedó en el Consejo de justicia por parte de los
estudiantes es una persona que estuvo conmigo en el consejo universitario y que
se dedicó a decir que no estaba de acuerdo ni con las normas de convivencia ni
con el protocolo y ahora él está en el Consejo de Justicia. ¿A qué te suena? A que no va a hacer nada ahí”, sentenció
Montalvo.
Cuando los miembros del Consejo de Justicia, el defensor
titular de los derechos UACM y el propio consejero Palacios fueron cuestionados
respecto a las declaraciones de la profesora Montalvo y al señalamiento de que
existen entre 80 y 100 casos ya investigados por la Unidad de investigación del
protocolo que carecen de resolución, todos ellos optaron por no hacer ningún
comentario al respecto.
Si ese silencio por parte de las autoridades me causó
frustración mientras hacía este reportaje, no puedo ni imaginar la frustración
y desesperación que pueda causarle a una persona que haya sido víctima de
violencia de género, que presentó su denuncia y que no haya recibido resolución
por parte de las autoridades de la universidad.
“Me da miedo que (las autoridades) no hayan actuado (ante mi
denuncia), me da miedo encontrármelo en la escuela (a su agresor), porque sé
que me quiere hacer algo, porque sé que quiere matarme”, comentó una alumna de
la UACM que presentó su caso ante el protocolo y que no recibió una resolución,
por miedo a represalias, la compañera se negó a que se publicara su nombre en
este reportaje.
Pero el protocolo no únicamente falla a la hora de dictar
justicia, también lo hace en todas las partes del proceso, no sólo es en la
práctica inefectivo e injusto con los acusadores, sino también con los
acusados. Según su propio procedimiento, se debe notificar a los acusados
personalmente y darles un periodo de cinco días para la presentación de pruebas.
Un alumno del plantel Del Valle que fue acusado ante el protocolo y que
contribuyó a la realización de este reportaje platicando anónimamente conmigo, denunció
que durante su proceso no se le notificó de la denuncia de manera personal sino
por correo electrónico, lo que generó que él no estuviera propiamente
notificado del proceso y que no pudiera presentar sus pruebas a tiempo ante la
Unidad de investigación.
En medio de este caos normalizado opera todos los días la
UACM, es difícil no sentir empatía por las víctimas de violencia de género que
se han visto atrapadas en un sistema que no les brinda justicia ni protección.
El miedo a las represalias y la falta de resolución solo añaden más sufrimiento
a quienes ya han sufrido demasiado.
“Cuando me llego a enterar de estos casos, yo les digo a las
compañeras que no hagan la denuncia en la Universidad, que mejor vayan al MP”,
me comenta Diana, alumna del plantel Del Valle que también dice que “el
protocolo no sirve para nada, sólo para obstaculizar la justicia.” Tristemente,
parece que sus palabras son ciertas, pues las fallas en la implementación del
protocolo no hacen sino frenar la impartición de justicia al no ofrecer
solución alguna al problema de la violencia de género en la escuela. La Dra.
Roxana Rodríguez y muchas otras víctimas que han presentado su caso ante el
protocolo no han tenido más opción que olvidar una solución por parte de las
autoridades de la escuela y recurrir a la justicia convencional.
El Protocolo para erradicar la violencia de género en la
UACM es un ejemplo claro de caos, confusión e ineficacia en la respuesta
institucional a un problema tan grave como la violencia de género. Urge una
revisión y reforma profunda para que este protocolo cumpla con su objetivo de
proteger y brindar justicia a las víctimas de violencia de género en la UACM.
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