Por Omar Colío
Pero la maldición gitana no sólo es beber de más también
llamo maldición gitana a ese hábito que tiene uno de tropezarse una y otra vez
con la misma piedra, de toparse con un obstáculo infranqueable, con una muralla
que impide que progrese el camino de nuestra vida. Muchas veces esa muralla es
la sociedad, muchas veces esa muralla es uno mismo, y hay veces en las que esa
muralla es otra cosa.
¡Puta madre! Gasté mis escasos centavos en unas cervezas
para acompañar el partido, todo para que el juego del lunes por la noche entre
los Giants y los Seahawks sea una mierda, principalmente porque los Giants
claramente son un desmadre encabezado por su quarterback Daniel Jones, un
mariscal voluntarioso pero que es incapaz de no meterse el pie a sí mismo.
La verdad es que nunca creí que iba a sentir empatía por un
cara de bobo como Daniel Jones. Pero la verdad es que sí me causa sufrimiento
ver que el tipo lo esté dando todo en el campo y como respuesta le están dando
una paliza, literalmente una paliza, la defensiva de Seattle lo ha maltratado
mucho, claro que después me acuerdo que Jones gana 40 millones de dólares al
año y me dejo de sentir mal por él. Pero
desde el punto de vista estrictamente deportivo, esto es una tragedia, es una
tragedia de Dostoievski, es el hombre que se sabe subordinado a una fuerza más poderosa
que él y sin importar lo que intente,
está destinado a fracasar.
Como un personaje de Kafka, Daniel Jones refleja la
sensación de impotencia y subordinación a una fuerza mayor, así como la lucha
constante y aparentemente sin sentido. En este contexto, Jones representa la
figura atrapada en un mundo surrealista y opresivo. Jones también es un
personaje de la filosofía del absurdo de Camus, un tipo que persiste a pesar de
las dificultades y lucha por encontrar significado en un mundo indiferente.
Jones habita en el mundo del absurdo, enfrenta un camino sinuoso y desolador
lleno de dolor, derrotas y vicisitudes, pero estúpidamente sigue luchando, sigue
mostrando una especie de heroísmo absurdo en su persistencia.
En otras palabras, Daniel Jones sufre la maldición gitana, o
como diría Matías Almeyda, fue orinado por un dinosaurio ancestral. Ay, Matías,
a veces pienso que todos nosotros, que la esencia humana fue orinada por un
dinosaurio ancestral.
Pfff, qué paliza, qué desmadre traen los Giants, lo bueno es
que ya se acabó el partido y todavía queda chela, así que me voy a seguir bebiendo,
chao…Pfff, no puedo creer que dediqué tantas alegorías tan chidas para hablar
del pinche Daniel Jones.
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