Por Omar Colío
Ahora sí banda, ya llegó la época de pasar los domingos pegados a la
tele viendo como unos mastodontes se dan en la madre, de pasar un día entero
con la tele prendida y el cerebro apagado, comiendo chatarra y viendo cómo
estos hombres retan a la muerte sin ningún sentido más allá de alegorizar y
romantizar la guerra.
Empecemos complaciendo a los que no me han leído nunca y no tienen ni idea de lo que va esto. No soy muy bueno con eso de las predicciones, pero como en mi guía del Mundial predije correctamente que Argentina se coronaría campeón, me agrandé, me subí a un ladrillo y enloquecí. Por eso, ahí les va mi predicción para la campaña 2023 de la NFL, por favor escríbanme para burlarse de mí por salar a este equipo cuando ni siquiera clasifiquen a los playoffs. (No se olviden de seguirnos en nuestras redes sociales).
Aunque soy de los que cree que siempre se debe
ir a la segura, e ir a la segura en este caso es apostarle a Mahomes y a los
Chiefs todos los días hasta que los eliminen, mi predicción es que al final de
esta temporada los Cincinnati Bengals levantarán por primera vez el trofeo
Vince Lombardi.
Ahora sí, a lo que nos truje. Ya saben que aquí
en Poesía Ultravioleta nos gusta ver el otro lado del deporte, entender al
deporte en todas sus dimensiones, rascarle a sus aristas antropológicas,
históricas, sociológicas, ver al deporte como un importante elemento cultural
que empapa y se ve empapado por el devenir histórico de la sociedad y blablablá
todas mis demás mamadas.
Pero es que el deporte juega un rol central en
nuestras vidas, en el último siglo el deporte profesional ha pasado a ser parte
de la cultura de masas, el resultado de un encuentro repercute en las emociones
de millones, eso por no hablar de cómo repercute en la micro y la macroeconomía
o en la ideología de una nación entera.
Lo que más me interesa del deporte es cómo repercute en nuestras
cabezas, en el imaginario colectivo, eso que nos hace a millones seguirlo con
lujuria, modificar nuestras conductas para adaptarnos a lo que nos ofrece, al
placer que nos causa, eso que nos vuelve adictos, que nos pone extáticos,
eufóricos, que nos hace llorar, que hasta en algunos casos, muchísimos penosos casos,
nos pone violentos.
No sé a ustedes pero a mí la NFL si me tiene completamente enganchado,
soy adicto, lo digo con vergüenza, vergüenza de estar clavado todo el domingo y
un buen rato de los lunes y los jueves viendo ese pedo en lugar de salir a
vivir, que además de desperdiciar mi vida en eso, también les dono valiosísimas
horas de mi vida a leer al respecto, a escuchar y ver programas referentes a la
NFL.
Y me emputa porque sé que la puta NFL es una de
las industrias más salvajes y más culeras del capitalismo, para empezar vean
cómo tratan a sus empleados, los mandan a la guerra, a la muerte, a un mundo de
dolor. A muchos de ellos el haber jugado los llevó a los lugares más oscuros de
la miseria humana, ya están extensamente documentados los miles de casos de
problemas mentales y adicciones a los opiáceos entre los ex jugadores de esta
liga.
Pero los problemas inherentes al juego no son la única manera en la que esta industria escupe a a sus empleados, qué me dicen de los innegables casos de nepotismo y de racismo a la hora de contratar a sus empleados, sobre todo en posiciones de mando. Si no me creen que la NFL es racista entonces explíquenme por qué si el 70% de los jugadores son de origen africano, sólo tres (Mike Tomlin, Todd Bowles y DeMeco Ryans) de los 32 entrenadores en jefe son de esa etnicidad, por qué entrenadores afroamericanos como Jim Caldwell, Steve Wilks y Brian Flores que tuvieron buenos momentos como entrenadores en jefe fueron tratados con poca paciencia y fueron inmediatamente despedidos, mientras desastres blancos como Brandon Staley y Josh McDaniels todavía tienen empleo o por qué aún hoy en día la mayoría de los quarterbacks titulares siguen siendo blancos. O qué me dicen de la reciente acusación de Jim Trotter, un ex reportero de la NFL, quien dice haber escuchado a Jerry Jones, dueño de los Cowboys, y Terry Pegula, propietario de los Bills, diciendo comentarios abiertamente racistas durante la coyuntura de las protestas de “Black Lives Matter” en 2020.
Y es que si bien ciertamente algunos jugadores han causado serios
problemas fuera de la cancha en el pasado (échenle una googleada a los
escándalos de Ben Roethlisberger), el gran problema, el lado oscuro de la NFL
son los dueños.
Son los dueños quienes no garantizan pagar todo el dinero de un contrato
a los jugadores que arriesgan su vida para que ellos puedan seguir ganando
millones y millones de dólares, son los dueños quienes por años negaron las
graves consecuencias a la salud física y mental que puede causar el juego, son
los dueños quienes son los representantes de la desigualdad, la opresión, el
privilegio, la plusvalía, el hambre, la guerra, la muerte, de todo lo que está mal
en este mundo.
Enumerar todos los actos ruines ejecutados por estos siniestros sujetos
me llevaría años, por ello simplemente haré un breve esbozo: qué me dicen de
las sucias prácticas inmobiliarias de Stan Kroenke, que no solamente dejó a su
ciudad natal, St. Louis, sin un equipo de la NFL al llevarse a los Rams a Los
Ángeles cuando la ciudad de Missouri se negó a construir un nuevo estadio
con dinero público para que su empresa
privada siguiera generando millones y millones, sino que más allá de sus
negocios en los deportes (es dueño de un conglomerado de equipos que además de
los Rams incluye al Arsenal, a los Denver Nuggets y más), sus negocios en la
inmobiliaria han dejado sin casa a miles sólo para que este señor
asquerosamente millonario siga enriqueciéndose más y haciendo más grande la
brecha de la desigualdad. Hablando de desigualdad, qué me dicen de sus primos
políticos: los Walton, dueños de los Denver Broncos y de Wal-Mart, empresa que
ha sido señalada alrededor del mundo por sus prácticas monopólicas, su daño al
medio ambiente y su maltrato a sus trabajadores a quienes ni siquiera reconoce
como trabajadores para no verse obligado a pagar por las prestaciones legales
que una relación laboral conlleva.
Y así podría seguir uno por uno, pero para no hacer más corajes mejor
les exhorto a seguir investigando los escándalos en los que se han visto
envuelto estos culeros, busquen en internet las controversias en las que se han
visto envueltos Jerry Jones, Robert Kraft (Patriots), Jim Irsay (Colts),
etcétera.
Lo peor es que se hacen los inocentes, este año presumieron a tambor
batiente que por fin se habían deshecho de Daniel Snyder, expropietario de
Washington, quien instituyó una cultura racista, misógina y mezquina de la que
para hablar a detalle se requeriría una vida (pero no se olviden de investigarlo
cuando terminen de leer aquí) que concluyó con múltiples demandas de abuso
sexual en su contra y con que el estadio de Washington literalmente se cayera a
pedazos lesionando a muchos aficionados y que el campo se llenara de mierda por
una falla en el drenaje, eso por no hablar de todos los años en los que se negó
a cambiar el mote racista con el que anteriormente era conocido ese equipo.
Y lo más grave es que unos pocos años antes la junta de dueños se había
tenido que deshacer de Jerry Richardson, entonces propietario de los Carolina Panthers,
por haber instituido una cultura similar en esa organización, lo más triste es
que a pesar de todo, tanto Snyder como Richardson se fueron de la NFL mucho más
ricos de lo que llegaron al haber vendido sus equipos en cifras exorbitantes en
la estratósfera de los miles de millones de dólares.
Quizás es más triste pensar que estos casos, estos miles de casos de
conductas inapropiadas, de culeradas para decirlo con todas sus letras, son
sólo lo que el público sabe, porque personas como estas, nacidas en el absoluto
privilegio, están acostumbrados a hacer esto en privado todos los días sin
ningún tipo de consecuencia, la ley suele no aplicar para ellos y por mucho que
se deshagan de Snyder o de Richardson, quien venga sólo será alguien igual, otro
representante del lado más salvaje del capitalismo, pues sólo ellos tienen el
dinero para comprar estos equipos con todo y los 53 esclavos de oro que juegan
al futbol americano.
Pero la cosa se pone peor, pues también son representantes de la muerte
y de la guerra, son ellos quienes se benefician de la guerra, de que el
ejército estadunidense mate, destruya familias, ciudades y naciones enteras
sólo para que el 1% más rico (entre el que están los dueños de la NFL) se
vuelva cada vez más rico y el resto de nosotros se vuelva más pobre. Es por eso
que cuando Colin Kaepernick inició su protesta en contra de la violencia
policial contra los afroamericanos hincándose durante el himno nacional, los
dueños se coludieron para no darle trabajo, pues el ejército gringo es uno de
los más importantes patrocinadores de la NFL y la ceremonia del himno es
simplemente un comercial de estos siniestros intereses.
Sabiendo esto dan ganas de no volver a ver otro juego de la NFL, ¿no? De
mandar a la chingada la puta peluca que adorna la cabeza vacía de Roger Goodell
y mejor ponerse a leer sobre marxismo, el problema es que esta mierda emanada
de la parte más sombría de la hegemonía cultural es estúpidamente adictiva.
Sería muy hipócrita de mi parte decirles que no vieran la NFL cuando como dije yo
no puedo dejar de verla a pesar de saber todo esto. ¿Por qué? Pues porque el
juego es maravilloso, es excitante, es poético, la historia que cuenta juego a
juego es increíble, es mejor que cualquier ficción que se le pudiera ocurrir a
los mejores escritores del mundo si trabajasen juntos, la NFL nos ofrece
juegazos como estos, es el pináculo de lo épico, yo no he encontrado en este
mundo algo que sea más épico, más poético, más humano, que un buen juego de la
NFL.
Y está bien ver, a veces hay que relajarse, apagar la mente y dejarse
arrullar por los brazos de la hegemonía cultural, pero eso sí, nunca hay que
olvidar esto, siempre hay que tener presente toda la mierda que hay detrás de
la NFL, hay que saber quiénes la operan
y cuáles son sus intereses, hay que ser críticos con ella, con todos sus
problemas, no hay que ser un simple bobo que se deja llevar por lo maravilloso
del juego, no hay que ser un fanático, que es lo que ellos quieren, hay que ser
un aficionado crítico.
Ojalá esta sea una gran temporada que nos brinde grandes historias y más
juegos épicos que nunca, disfrútenla, pero no olviden todo lo que
se encuentra detrás de esto.
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