Por Omar Colío
Ahhhhhhh…por fin se viene el regreso de la
NFL. Por fin vuelven los domingos de no hacer nada más que sentarse todo el día
a ver a mastodontes golpearse con todas sus fuerzas, destrozando sus cuerpos
sin razón alguna más allá de alegorizar y romantizar el concepto de la guerra.
Como dicen Los Simpson: “El camino al Super
Tazón es largo y sin sentido…si se le analiza detenidamente”. Pero debo
confesar que éste es mi deporte favorito y estoy feliz de por fin tener algo de
acción, por fin vamos a poder dejar de escuchar a esos imbéciles especulando
sobre la nada en la televisión.
Por cierto, en sus estúpidos ditirambos,
esos imbéciles han estado muy optimistas en lo que respecta a los Jets. Por eso
son imbéciles. ¿En serio creen que Aaron Rodgers a los 40 años los va guiar a
donde no han podido llegar en más de medio siglo con esa pésima línea ofensiva?
Ja, no me hagan reír. Además, pinche Rodgers es un hipócrita que siendo loco
antivacunas juega para un equipo que es propiedad del mismo dueño del gigante
farmacéutica Johnson & Johnson. Pinche Rodgers, si de por sí me caía mal antes de que se
volviera loco, ahora en su etapa de hippie me da asco. La ayahuasca puede hacer muchas cosas,
pero no te ayuda a jugar mejor después de los 40, eso aparentemente sólo se
puede lograr estando muy hidratado, o al menos eso dice Brady. Conociéndolo a
mí se me hace que más bien Brady hizo pacto con el mismísimo Diablo.
Pero volviendo al tema de los ilusos que
creen que éste será el año en que los Jets rompan la malaria. A ustedes les
digo: han aprendido nada. ¿Qué no saben que los Jets, como el planeta Tierra
desde la aparición del ser humano, son un desastre perenne? Los Jets son el
eterno soñador que fantasea con un viaje placentero por las nubes mientras, en
la realidad, se encuentra ardiendo hecho pedazos en el suelo.
Hagamos un breve repaso por la triste
historia de los New York Jets. En los últimos 50 años no hay más que fracaso,
decepción y miseria. Todo impulsado por decisiones tan estúpidas, que sin
importar el paso de los años no podemos hacer más que seguir riéndonos de su
absoluta ingenuidad. Después de todo no está tan mal reírse de los “pobrecitos”
Jets, sobre todo porque su dueño es Woody Johnson, uno de los mejores amigos de
Donald Trump. Durante el periodo en la Casa Blanca de Trump, Johnson fungió
como embajador de los Estados Unidos en el Reino Unido.
Pero no nos desviemos a la política,
después de todo no querrán estar hablando de política conmigo. Mejor sigamos
deleitándonos con el maravilloso desastre que son los Jets. Por ejemplo cómo a
principios de siglo el gran Bill Parcells, que los había llevado a una Final de
Conferencia, renunció a ser el head coach
del equipo específicamente para que el coordinador defensivo Bill Belichick
heredara ese puesto.
¿Qué hizo Belichick? Tras un día en el
puesto subió al podio para leer un discurso que había escrito en una servilleta
que decía: “Renuncio como head coach
de los Jets”. Al día siguiente Belichick asumió como entrenador de los
archirrivales, New England Patriots. El
resto de la historia ya la conocen. Belichick ganó seis trofeos Lombardi y los
Jets siguen hundidos en la mierda.
Vamos unos meses más adelante en esta
historia, al Draft del año 2000, donde los Jets fueron el primer equipo en
tomar un quarterback, bien ahí. El problema es que escogieron a Chad Pennington
en lugar de ahmmm...no sé...qué tal…¡TOM BRADY! El güey que les ha pateado el
culo por más de 20 años, el que los ha humillado y ninguneado y roto el corazón
como nadie, una vez que Belichick lo reclutó para los Pats.
O qué tal cuando todas las esperanzas que
había en la dupla de Rex Ryan y Mark Sánchez se fueron al carajo cuando Sánchez
estrelló su cara contra el enorme culo de su gigantesco guardia Brandon Moore y
soltó el balón. La defensa de los Pats recuperó el ovoide y lo llevó a la zona
de anotación en medio de una más de las palizas a domicilio que les propinaban
seguido Brady y Belichick. En televisión nacional. En horario estelar. No hay
manera de recuperarte de eso. Eso fue hace una década, por cierto. Y desde
entonces, sólo más caos y sufrimiento.
Con razón Bombero Ed, que solía ser el
líder de los tontines que gritan ¡J-E-T-S! ¡Jets, Jets, Jets! sobre el pantano
de Nueva Jersey, se retiró y juró nunca volver a los Meadowlands. Hizo bien.
Bombero Ed entendió que no puedes apagar las llamas del infierno.
Apuesto a que se estarán preguntando: ¿Cómo
es posible que un equipo de un mercado tan grande como Nueva York, lleve más de
50 años siendo pateado en las bolas por el resto de la NFL? ¿Sea el hazmerreír
de la liga una y otra y otra vez? ¿Por qué los Jets vuelan eternamente hacia el
fracaso, hacia la vergüenza?
¿Y si les dijera que la razón es
metafísica? Que todo se debe a un viejo pacto que hizo Joe Namath con el
Diablo… ¿me creerían?
La clave para creer esta historia es saber
que, aunque ya pasó más de medio siglo, Joe Namath todavía es el mejor
quarterback en la historia de los Jets, por mucho. Es decir, vean lo maldita que
ha estado esa posición, llena de fracasos. No importa a quién hayan puesto bajo
centro: Richard Todd, Ken O’Brien, Mark Sánchez, Geno Smith, el fiasco que fue
Zach Wilson, el fiasco que fue Sam Darnold, quien estaba tan asustado en el
emparrillado profesional que vio fantasmas en el Meadowlands. Inclusive
trataron con tipos como Vinny Testaverde, Brett Favre y hasta, ¡Ryan
Fitzpatrick! Quien, por cierto, es el segundo quarterback más cool en la
historia de los Jets detrás de Broadway Joe.
Al final todas estas historias terminaron
en tragedia, en frustración dentro de los corazones de los aficionados de los
Jets. Frustración que sube su presión arterial y acorta sus miserables vidas.
La historia del Diablo es real, créanme, lo sé de buena fuente.
Ocurrió así: fue en Miami Beach en enero de
1969, tres días antes del Super Bowl III, que en realidad fue el primer Súper
Domingo que se llamó Super Bowl. Sus dos antecesores, ganados por los Packers
del legendario Vince Lombardi, recibieron el poético nombre “Juego de
Campeonato AFL-NFL”.
Después de estar todo el día con el torso
desnudo junto a la piscina de un hotel de lujo bebiendo, fumando, jugueteando
con compañeros y periodistas y coqueteando con nenas en bikini (la mejor manera
para prepararse para un Super Bowl si me preguntan), Namath se presentó ebrio
al Touchdown Club a un show de premios. Cuando estaba en el podio, un tipo
gritó desde el fondo de la habitación: “Hey, Namath, te vamos a patear el culo
el domingo”.
Namath respondió: “Tengo noticias para ti,
vamos a ganar el juego, lo garantizo.”
Joe Namath en Miami, previo al Super Bowl III
Garantizar que los Jets vencerían a los Baltimore Colts era descarado, su coach Weeb Ewbank (que llevó a los Colts a ganar dos campeonatos de la NFL) declaró que quería dispararle después de enterarse.
La NFL era considerada una liga muy
superior a la AFL y los Colts del ‘68 habían destrozado a la AFL. Una vez que
coronaron su temporada aplastando a domicilio 34-0 a los Browns en el juego de
campeonato, la escuadra dirigida por un joven Don Shula era considerada el
mejor equipo de la historia hasta ese punto. Los Colts eran favoritos por 19 ½
puntos sobre los campeones de la AFL, el más grande spread en toda la historia del Super Bowl hasta la fecha.
Esa noche, Broadway Joe llegó a su
habitación de hotel, tuvo sexo con una joven hermosa de Baltimore y cuando ella
se quedó dormida, se sentó en una silla y tuvo una conversación con el Diablo.
Ahí mismo se le apareció el Mismísimo que se le había aparecido a Robert
Johnson, el rey del blues, en un cruce de caminos.
Después de todo… ¿Por qué no? Namath ya
había firmado un pacto con el Diablo antes. ¿Por qué no hacerlo otra vez? El
primer trato que hizo con el Diablo fue en 1965 cuando decidió firmar con los
Jets de la AFL. Le ofrecieron el contrato más lucrativo en la historia del
futbol americano profesional, en lugar de con los Cardinals de la NFL.
Era una relación necesariamente simbiótica,
Joe había sufrido una lesión de rodilla en el colegial que requirió cirugía y
la AFL necesitaba crear estrellas para competir con la ya establecida NFL y
Namath había sido lo suficientemente bueno ganando el campeonato nacional en
Alabama como para que el legendario coach Bear Bryant lo llamara “el mejor
atleta que entrené”. Podía lanzar el ovoide como nadie y además era guapo.
Guapo como el Diablo.
Nueva York es la ciudad favorita del Diablo
y en la Gran Manzana, Namath se convirtió en una leyenda con su circo aéreo en
el terreno de juego, donde el maravilloso Don Maynard atrapaba sus bombazos
como un caballo haciendo ballet.
Y fuera del terreno, Namath entró en el
círculo hip de Nueva York y se volvió
un ícono cultural con su cabello largo, sus fiestas, sus mujeres, sus caminatas
en las laterales con lentes de sol y abrigos de piel. Era como si Jim Morrison
jugara futbol americano. Era un símbolo de la rebeldía, de la juventud, es
decir, ustedes han visto lo que representaba Joe Willie Namath en ese capítulo
de Los Simpson: era Nueva York en los 60, era Broadway Joe.
Joe Namath en Los Simpson: https://www.youtube.com/watch?v=8Ve0iO5rUEc&ab_channel=Teloresumo
Así qué esa noche en Miami, Broadway Joe se
encontró frente al príncipe de las tinieblas. Toda la habitación empezó a
hervir. A Namath se le puso la piel de gallina (todavía se le pone la piel de
gallina cuando piensa en eso), miró a Satanás y le dijo: “Si me das este
campeonato, no tienes que darle nada más a los Jets por el resto de mi vida”.
Ahí está la clave de la historia. Cuando
los ingenuos la cuentan, dicen que Namath le ofreció su alma al Diablo a cambio
del triunfo. Pero no. A diferencia de Robert Johnson, Namath no vendió su alma,
vendió el alma de los Jets. La lección de la historia es si vas a hacer un
trato con el Diablo, asegúrate de que sea con el alma de alguien más.
Y funcionó. Los Jets humillaron a los
Colts. La AFL obtuvo el triunfo crucial que le dio el reconocimiento necesario
para terminar fusionándose con la NFL en 1970 y Joe Namath fue nombrado el
Jugador Más Valioso del partido, a pesar de no haber tirado un pase de
anotación. En realidad, ni siquiera tiró un pase en todo el último cuarto, como
por obra del Diablo.
Y lo más triste es que ese triunfo épico se
recuerda históricamente más como un triunfo de Namath y de la AFL, que como un
triunfo de los Jets.
¿Quieren más pruebas de que Joe Namath hizo
un trato con el Diablo? Bueno, pues está en el Salón de la Fama a pesar de
haber lanzado más intercepciones que pases de touchdown.
No obstante que Namath fue el primer
quarterback en lanzar para 4,000 yardas en una temporada en los profesionales,
si se mira su carrera únicamente a través de las estadísticas, a Namath no le
alcanza para estar en la lista de los mejores quarterbacks de la historia,.
Pero fue el primer jugador de futbol americano en ser un verdadero icono
cultural, pocos lo han logrado después. Ya quisiera Peyton Manning tener un
ápice de la personalidad de Broadway Joe.
Así que, aficionados de los Jets, ahora por
lo menos ya saben por qué están condenados. Esto no es sólo respecto a su
equipo favorito, sino también respecto a sus vidas. Alguien en el pasado hizo
un trato con el Diablo a cambio de sus vidas y ustedes ni se enteraron. Están
jodidos, como los Jets están jodidos, son la Raza de Caín, los condenados de
este mundo. ¿No me creen? Hundan una vez más su mirada en la vacía pantalla de
sus smartphones y googleen: "cambio climático".
¿Y saben qué es lo peor? Que Namath ya
abandonó su antiguo estilo de vida fiestero y ahora lleva una vida saludable y
va a vivir por muuuuuchos años más.
Se estarán preguntando, ¿cómo es que sé
todo esto? ¿Quién es este narrador omnisciente que nos dice todas estas cosas
terribles? Pues soy yo, tontines, el Mismísimo Satanás, el que hizo el trato
con Namath y con Robert Johnson y con tantísimos otros. Soy el Diablo, el dueño
de sus almas, el orquestador de su miseria diaria.
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