Al despedir a Diego Cocca, EL DIRECTOR TÉCNICO QUE ELLOS
MISMOS ELIGIERON, a una semana del inicio de la Copa Oro, los idiotas que
administran el futbol mexicano profesional dan una nueva muestra de su “brillantez”.
Si bien creo que Cocca no era el entrenador ideal para la
Selección mexicana varonil y esto quedó más que demostrado con la paupérrima
actuación en el juego contra Estados Unidos en la Nations League, el despedirlo
en estas circunstancias y después de tan pocos partidos sólo demuestra el
desmadre que reina dentro de la Federación Mexicana de Futbol y que lo que les
hemos dicho toda la vida es cierto: todos los burgueses son unos pendejos.
El problema del futbol mexicano es sistémico, no es sólo
cuestión del entrenador, los federativos podrían contratar a Pep Guardiola, o
resucitar a Rinus Michels y el producto en la cancha no sería muy diferente. El
nivel actual del futbol mexicano es resultado de la corrupción que hay en él a
todos los niveles, del amiguismo, el nepotismo y el tráfico de influencias que
reina entre los que gobiernan, de la mafia de los representantes y de los
entrenadores y directivos que le cobran a los futbolistas por jugar, de la
falta de oportunidades para los grandes cracks de las clases bajas. De la
corrupción en el futbol que es la misma corrupción que reina en este país y en el
mundo.
Sin embargo la salida de Cocca sí produce una coyuntura interesante,
parece ser una reacción más a la pobre entrada del juego del domingo contra
Panamá que a la humillación del jueves contra los gringos. Después de todo, ya
sabemos que lo que les interesa a los directivos es la ganancia económica, no el
aspecto deportivo del juego. Esto demuestra que el aficionado sí puede ejercer
su poder contra estas instituciones corruptas. ¿Cómo? Pues no consumiendo la
mierda de producto que nos ponen sobre la mesa, boicoteando y saboteando sus
intentos por hacer negocio con nuestro placer por el futbol.
Sólo ignorándolos y saboteándolos
podremos combatir la corrupción en el futbol mexicano al igual que sólo
luchando, sólo yendo contra corriente podremos destruir las instituciones
capitalistas que nos explotan, nos destruyen y nos matan.
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