Jokić y lo inefable


 Por Omar Colío 

¿Qué más se puede decir sobre Nikola Jokić? Ya se ha hablado hasta el cansancio de su manera única de jugar, los expertos ya han hablado ad nauseam sobre la fascinación que sienten al ver jugar a esta montaña balcánica, al ver la habilidad que tiene para pasar la bola, algo inusitado para alguien que juega de centro en la NBA.

Sus estadísticas en los playoffs 2023 de la NBA son ridículamente buenas, lideró todas las categorías estadísticas positivas: puntos, rebotes, asistencias, a la ofensiva no hay nada que no pueda hacer el Joker. No se había visto en la NBA un dominio tal en todas estas categorías desde los ya lejanísimos días en los que Wilt Chamberlain estaba en su mejor momento. Pero seguramente eso ya lo saben, porque durante las Finales de este año no se habló de otra cosa, ése es el problema con Jokić, que para hablar de él, la gente suele hablar únicamente de sus estadísticas, nadie ha sido capaz de hablar dignamente de él, de hacerle justicia a su juego, al pantagruélico ballet que monta sobre la duela. A la gente de palabras no nos alcanzan todos los adjetivos para describir el acto de magia que ejecuta el serbio sobre las duelas.



Jokić ha dejado a los poetas mudos, no hay manera de describir con palabras todo lo que hace en la duela, sólo queda decir lo simple, lo banal, decir: definitivamente es el mejor jugador del planeta en este momento. Las palabras, ese infinito laberinto de combinaciones que nos sirve para expresar la inexpresable experiencia de estar vivo, no es suficiente para siquiera dar un esbozo de la experiencia de ver al serbio en la cancha. Leí todo el diccionario y llegué a la conclusión de que no hay combinación de palabras alguna que logre acercarse a describir esta experiencia, habrá que inventar palabras nuevas.

Habrá que inventar términos nuevos para hablar de su elegantemente áspera danza balcánica sobre el parquet, para explicar cómo va a cada rebote como si estuviera en el centro del slam en el toquín de ska más prendido.

Cuesta trabajo hablar de él, cuesta trabajo hasta en otros deportes encontrarle un símil, otro semidiós que encarne su fisicalidad en la despiadada lucha secreta bajo el aro y la magia que tiene para dar pases, Jokić sabe pasar el toque entre la banda con la misma gracia que Ronaldinho, su facilidad de encontrar el hueco llena de envidia al mismísimo Casanova, eso y su capacidad de penetrar el aro. Ni Miles Davis tenía su talento para crear música a partir de la nada, para extraer el orgasmo primigenio del Vacío.

No sé qué decir de un tipo que lucha por mantener una imagen ecuánime y aburrida ante los medios pero que no puede esconderse detrás de su cara, su cara de niño estúpidamente expresiva, que es la misma cara de todos de los que nacimos con la marca de la guerra. No sé qué decir de este millonario que empuja a un arrogante multimillonario agrandado por recién haber comprado un equipo de la NBA (Mat Ishbia) cuando el ojete este quiere hacérsela de a pedo para sacarlo de la sacrosantidad de su juego..

https://www.tiktok.com/@poesiaultravioleta/video/7230717470829579526 

La palabra que más odio es inefable, la odio porque es la enemiga mortal de todos los poetas, ningún poeta que se respete podrá escribir nunca que algo es inefable, porque es reconocer la derrota, es reconocer que eres incapaz de hacer tu trabajo y por eso tienes que usar ese tapón, ese tampón, ese impío y espurio sustituto. Pero aquí no tengo otra mas que tragarme el orgullo, reconocer la derrota y decirlo: Mientras no inventemos más palabras, tendremos que decir que la manera en la que Jokić juega al baloncesto es inefable, es imposible de describir con palabras.



Quizás esté bien que no haya palabras, he llegado a la conclusión de que a un deportista como Jokić no hay que describirlo, hay que disfrutarlo, hay que regocijarnos en la apoteosis del baloncesto que ocurre cada que Jokic pisa las duelas.

Así que mejor pónganse unas rolas locochonas de Goran Bregović, saboreen esos ritmos tan extrañamente suaves al tacto, tan similares a los nuestros, y regodéense viendo jugar a Nikola Jokic, jugadores como este no aparecen en todas las décadas.



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