Por Omar Colío
¿Por qué toda la ficción sobre el fútbol mexicano es una
mierda? Mirá que yo jugué en varias partes del continente y ninguna liga me
pareció tan absurda y tan surreal para jugar como la mexicana. Es decir, la
historia está ahí, nada más falta que aparezca un escritor inteligente y la
organice, o sea los dueños hacen lo que quieren, no hay unión entre los
jugadores, el descenso se lo pasan por los huevos, las reglas son confusas,
desaparecen equipos, aparecen otros nuevos….¿qué más querés, che?
¿Qué quién soy yo? ¿Cómo? ¿Ya no te acordás de mí? Soy el
Huesito Glaría, che…¿Cómo? ¿No sabés quién es el Huesito Glaría? Está bien que
no fui una leyenda del fútbol mexicano, pero siempre le puse huevos y además
hice historia, yo fui el héroe que le dio su primer título al Pachuca.
Como decía, sólo falta un escritor inteligente, la historia
está ahí, la increíble historia del Pachuca del Invierno 99, sería un peliculón
o hasta una gran serie, podrían hacer algo así como lo que hicieron con los
Lakers en Winning Time. Yo no sé cómo Jesús Martínez, que nunca ha
tenido vergüenza para promocionar a su equipo como sea y donde sea, no ha ido a
tocar las puertas de los ejecutivos de Mexicollywood para proponerles esta gran
idea. A lo mejor así la gente sí se acordaría de mí, pero sobre todo se
acordaría de Pablo Hernán.
La historia podría comenzar así, Jesús Martínez (interpretado
por un galanazo de telenovela un poco entrado en años) le compra el equipo a su
tocayo, el gobernador de Hidalgo Murillo Karam (ése que después fue Procurador
y en televisión nacional le dijo al pueblo mexicano que se quedara con la
versión que les daban del caso Ayotzinapa porque él ya estaba muy cansado) podemos
decir que se la hizo cansada para que haya más drama.
Después veríamos como Martínez le entrega la dirección
técnica del equipo a su compadre Andrés Fassi, ahí aparecería yo. Años después
de que en mi club, el Atlético San Miguel, ya no me bancaran una vez que
despidieron a mi padre el entrenador y me hubiera ido a jugar a Chile donde me
consolidé como goleador, lo que me permitió regresar a Banfield. Ahí podría
aparecer mi personaje por primera vez, todavía con la playera del Taladro,
embarcándose a una nueva aventura hacia lo desconocido, no sabiendo siquiera
donde está Pachuca, o inclusive preguntándose si Pachuca es algo que se come,
para ver si esto causa en algún espectador una risa barata.
Luego el guionista tendría que reflejar todos los problemas
que tiene un equipo recién ascendido, quizás en un montaje con una canción de
rock (de preferencia una cuya letra sea irónica al contrastarla con las
imágenes de nuestra decadencia) donde se podrían mostrar nuestras cinco
derrotas al hilo lo cual no deja otra opción a Martínez más que hacer un lado a
su amigo.
Entonces entraría un personaje muy importante, debe ser
interpretado por un actorazo que pueda robarse el show, Javier “El Vasco”
Aguirre regresa de un autoexilio de dos años en España para salvar al Pachuca,
Aguirre es un personaje muy pintoresco al que le gusta jugar al fútbol con
guerrilleros, sus diálogos deben de ser inteligentes, ingeniosos y divertidos,
(tal vez la producción deba considerar contratar a un experto en diálogos que
se dedique a desarrollar únicamente a Aguirre) en el éxito o fracaso de este
personaje radica el éxito o fracaso de toda la producción.
Aguirre poco a poco imprime su idea al equipo, yo hago goles
por montones pero los resultados no nos acompañan, quizás sería importante como
componente dramático mostrarme dubitativo, a punto de abandonar el barco, hasta
que conozco a Pablo Hernán Gómez.
A pesar de ser el arquetipo de la estrella que se une al
equipo a la mitad de toda película deportiva, Pablo Hernán es un personaje
complicado de traducir a la pantalla, se debe de poder mostrar su habilidad
para regatear en el área y definir como sólo él podía, lo debe de interpretar
un pelado muy carismático, alguien entrañable, que cautive a los espectadores
como el Pablo Hernán de verdad enamoró a los aficionados hidalguenses, creo que
como decisión creativa se deben exacerbar sus cualidades humanas para hacer más
trágico su triste final a la edad de 23 años.
También aquí veremos por primera vez la llegada de veteranos
como Marcelino Bernal y Manuel Vidrio, entramos en una épica batalla por la
permanencia con el Monterrey, el Celaya y el Puebla, entre los veteranos, los
pibes del ascenso, Pablo Hernán, la energía de Aguirre y yo juntamos los huevos
y el talento necesarios para enracharnos al final (lo cual también recomiendo
que se represente en un montaje con una canción de rock muy volada) y lograr la
permanencia. De preferencia, para mantener la historia emocionante, se pueden
alterar los hechos históricos y hacer aún más cerrada la lucha por la salvación
hasta el último segundo, aunque de hecho no haya sido tan dramática, pues el
Puebla, que acabó último de la tabla de cocientes en realidad ni siquiera descendió
por esas maravillas del fútbol mexicano.
Y entonces entraríamos en el último acto, aquí entran otros
grandes personajes como Poncho Sosa y Benjamín Galindo, (al que hay que tener
en el show aunque sea sólo para rendirle a un homenaje) lo cual quiere decir
que entre ellos, Pablo Hernán, Cesáreo Victorino, Vidrio, Marcelino, Alberto
Rodríguez, Tavo Valdez, Gabriel Caballero y yo ya tenemos un equipo tan
colorido como competitivo, pero igual sería importante que haya una escena en
la que Martínez nos diga que el objetivo primordial del equipo sigue siendo
salvar la categoría, nuestra evolución como equipo debe ser representada en el
último juego de la temporada donde empatamos a 3 en un vibrante juego en La
Bombonera contra los reinantes campeones.
Luego viene la liguilla…no esperen, antes un plot twist, por
las particulares reglas basadas en una decisión extraña (de carácter económico)
que dividían al fútbol mexicano en grupos, tenemos que jugar un repechaje
contra el Morelia a pesar de haber terminado séptimos, se debe hacer énfasis en
que somos favoritos para luego vernos caer en el Morelos 4-2 víctimas de
nuestro orgullo, pero después hay que ver cómo nos conjuntamos para remontar en
casa con el gol in extremis de Marcelino Bernal para que el Pachuca acceda a la
primera liguilla de su historia.
Ahí nos topamos una vez más al campeón defensor Toluca, se
debe hacer énfasis en lo desfavorecidos que estamos en el papel, pero al final
resulta que esta vez estamos a su nivel y los vencemos en casa, luego en La
Bombonera con dos goles de Pablo Hernán eliminamos al campeón en nuestra
primera serie de liguilla, en semis nos topamos al Atlas, (para la nostalgia,
que al final es lo que vende en estos días, va a ser bueno que aparezcan en
pantalla Zepeda, Osorno, Castillo, Andrade, Márquez y el resto del famoso Atlas
de La Volpe así como Cardozo, Estay, Abundis y compañía en la serie contra
Toluca) La Volpe podrá tener mucho bigote y mucho choro pero a nosotros nos la
suda porque tenemos corazón y también eliminamos al superlíder con una gran
actuación de Pablo Hernán.
En la final nos encontramos al Cruz Azul, que hacía no mucho
había sido campeón de liga, (de hecho, sería bueno en este momento romper la
cuarta pared y asegurarle al espectador que está a punto de ver la primera
cruzazuleada de la historia, para que no se les olvide, aunque esto claro es un
anacronismo) en ese punto de la historia viene mi momento de máxima gloria pues
en la ida en casa anoto un par de goles para ponernos en ventaja, pero al final
nos empatan el partido dejando todo en suspenso para la escena de la final de
vuelta en el Estadio Azul.
El drama se intensifica cuando Javier Aguirre declara que
Cruz Azul es un mucho mejor equipo y que no tenemos oportunidad ante ellos,
inclusive llegamos a México sin ni siquiera una botellita de champaña para un
posible festejo, no sólo eso sino que el intenso Aguirre no puede desobedecer
sus instintos primarios y asume una postura muy defensiva en la que me deja en
la banca a pesar de mi doblete en el Hidalgo, en esta parte cabría una escena
de conflicto exagerada entre Aguirre y mi personaje para cerrar el arco de
ambos.
El Cruz Azul de Palencia, Camoranesi, Matute Morales y
Pinheiro (más puntos para la nostalgia) llega y llega pero nomás no anota,
nuestro equipo debe parecer a punto del colapso cuando el árbitro pita el medio
tiempo, entonces en el vestidor Aguirre debe decir que sólo dijo lo que dijo
para motivarnos (estrategia que también intentó en el Mundial de Sudáfrica
previo al juego con Argentina pero en esa ocasión le salió el tiro por la
culata) y debe aventarse un discurso épico tipo el que Al Pacino recita en Un
Domingo Cualquiera que concluye anunciando que Marco Garcés (quien es sobrino
de Víctor Garcés, uno de los personajes más importantes en Cruz Azul, no sólo
en el equipo sino en la cementera que en ese entonces es una de los principales
patrocinadores del Pachuca, el guionista debe tomar todo esto como nota para
desarrollar una trama secundaria) y yo vamos a entrar de cambio, pero la
motivación de Aguirre no es suficiente y el marcador se mantiene 0-0 tras 90
minutos.
Entonces vienen los tiempos extras, que en ese entonces se
jugaban bajo la regla de gol de oro, justo antes de empezar que Aguirre me diga
algo así como: “Pinche Huesito, ponle huevos.” Un minuto después Garcés aparece
en el borde del área y traza un centro precioso…
…y es entonces que alcanzamos el clímax, la escena del gol
de oro, espero que quien dirija sepa de fútbol y no vaya a caer
en el recurso de la cámara lenta en este momento, se tiene que observar lo
vertiginoso que fue el centro de Garcés, como dos zagueros azules no lo
alcanzan y el único que aparece en el área chica, tras un esfuerzo descomunal,
soy yo, entonces y sólo entonces usar la cámara lenta al mismo tiempo que el
plano se convierte en un zoom hacia mi entrepierna que es donde la pelota me
golpea, en las bolas, justo en la línea que divide el huevo izquierdo del huevo
derecho y se mete a la portería ante los lamentos
del Conejo Pérez. ¡Fin!
Así que, aquí les dejo esta idea, no es
obra mía sino del destino, de la realidad que casi siempre es más entretenida
que cualquier ficción, pero igual de nada, espero que si algún día un maquiavélico
productor la realiza, me dé aunque sea un poquito de guita como consultor
externo o qué sé yo, ojalá y algún día se haga para que la gente se acuerde de
nuestro pintoresco equipo y su increíble historia, ojalá se haga y algún día me
dejen de decir el Huesito y me llamen con un sobrenombre más apropiado, el
Huevos de Oro, por ejemplo.
Comentarios
Publicar un comentario