Aclaración: Usaremos el caso de los Tigres de la Liga MX
como ejemplo, pero esto aplica a cualquier equipo profesional de cualquier
deporte.
Es indiscutible que cada vez que hay partido en el Volcán y
la hinchada lo abarrota, canta y deja volar sus pasiones, se crea una imagen
hermosa y cautivadora. Cuando el Volcán arde, cuando explota entre los
sentimientos de la afición, lo que se crea en su cráter es una muestra de la
parte más bella de la condición humana, las emociones ahí desatadas son la
razón por la que amamos el deporte.
Los medios de comunicación, basados en una serie de
estadísticas económicas, han nombrado a la hinchada felina como “la afición más
fiel del futbol mexicano”, aquí discutiremos lo que esto significa y por qué
esto no es algo necesariamente bueno.
El nombrar a la afición de Tigres como “la mejor o la más leal”
de nuestro futbol se basa en dos pilares fundamentales: la asistencia masiva al
estadio y el consumo desmedido de los productos del equipo. Sin embargo, esta
aparente fidelidad debe ser entendida como una ilusión creada por el sistema
capitalista, donde los aficionados son llevados a creer que su entrega incondicional
a consumir toda la mierda salida del equipo es un símbolo de lealtad.
Detrás de esta aparente fidelidad, se encuentra una realidad
más compleja. Los aficionados que asisten masivamente al estadio y consumen de
manera voraz los productos del club son víctimas de la alienación capitalista.
En lugar de cuestionar el sistema que perpetúa la desigualdad y la explotación,
se convierten en meros consumidores, manteniendo a flote una industria que
beneficia únicamente a los dueños del equipo y a los intereses burgueses que
los oprimen.
Los políticos y los burgueses aprovechan la pasión que la
gente siente por el futbol para mantener al pueblo callado y afín a sus
intereses. Utilizan al juego como una herramienta de distracción, desviando la
atención de los problemas sociales y políticos que realmente afectan a la
sociedad. En lugar de buscar un cambio real, la afición se conforma con los
triunfos deportivos y el entretenimiento superficial que el futbol ofrece.
En el tiempo que llevo escribiendo sobre deporte con unavisión antropológica y combativa, mucha gente me ha reclamado por mezclar
constantemente los deportes con la política. Pero ¿Adivinen qué? Los
deportes profesionales son política. ¿No me creen? Vean lo que ha hecho el imbécil
de Samuel García cacareando su supuesta afición por este equipo, por supuesto
usando a los Tigres como un trampolín para sus aspiraciones políticas y los
intereses económicos que él y sus amigos esconden detrás de ellas.
Samuel García y otros políticos de mierda usan al futbol como plataforma para promover sus intereses. |
Ah, y por cierto respecto al nuevo estadio: no hay cosa más
pendeja que pedir que un estadio de futbol profesional sea construido con
recursos públicos, ya que esto sólo favorecería a los dueños del equipo, el
resto de los contribuyentes no recibe nada más allá que una distracción para
olvidarse de la vida de mierda que llevan por culpa de los capitalistas que les
roban la vida al explotarlos mientras ellos disfrutan de los privilegios que
han obtenido gracias a haber esclavizado al 90% de la población mundial.
A pesar de que según su nombre representan a una universidad
pública, en realidad los Tigres son propiedad de CEMEX, una cementera
oligárquica que se ha aprovechado de sus prácticas monopólicas para llenarse de
dinero-
La supuesta fidelidad de la afición de Tigres es una
muestra clara de la alienación capitalista que prevalece en nuestra sociedad. El
consumo desmedido y la asistencia masiva al estadio no son indicadores de una
verdadera lealtad, sino más bien del nivel de alienación que este negocio
millonario ejerce sobre la hinchada. Es tiempo de despertar, cuestionar y
luchar por un futbol con conciencia de clase, donde la pasión se convierta en
una herramienta de transformación y no en una mera distracción para mantenernos
en la apatía y sumisión.
Pero esto no significa que el futbol y la pasión genera sean
algo malo, no significa que el futbol tenga que ser para siempre el opio de las
masas. Podemos aprovechar todos los sentimientos fuertes que genera para ayudar
a transformar la sociedad y acabar con la injusticia.
En el fulgor de las tribunas, donde las voces se unen en
un clamor unísono, donde las pasiones y la belleza de la condición humana vuelan
desbordadas, es donde debe surgir una nueva narrativa. Una narrativa de
rebeldía y de resistencia, donde el amor por el deporte se entrelace con la
búsqueda de la abolición de la explotación del hombre por el hombre, también
conocida como esclavitud, que contrario a lo que dicen los libros de historia
no fue abolida, se mantiene con vida en la sociedad del presente. Es en ese
espacio sagrado donde los lazos
invisibles de la alienación deben morir, y la luz de la conciencia de clase
debe abrirse paso.
En cada estadio, en cada partido, debe levantarse una
sinfonía de esperanza y rebeldía. Las gradas deben convertirse en un espacio
masivo de cuestionamiento a las injusticias de la realidad, donde los cánticos
de la afición resuenen como un grito de liberación. No nos contentemos con ser
meros espectadores, sino transformémonos en agentes del cambio, comprometidos
con la lucha por la igualdad y la dignidad humana.
Obviamente, para lograr estos objetivos habrá que pasar por
un largo proceso de concientización. Mientras tanto, mi recomendación es
háganle como yo, cuélense al estadio sin pagar, vean todos los partidos en transmisiones
piratas y fabríquense sus propios objetos con el logo de su equipo favorito.
El futbol puede ser un medio para transformar la realidad. |
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