Cuando sabes que tu equipo está jodido




 Por Omar Colio

¿Alguna vez les ha pasado que su equipo va al frente en el marcador en los últimos minutos de un juego pero es obvio que la cosa no terminará bien? ¿Han sentido esa púa envenenada en su garganta que hace que tus venas se llenen de un presagio ominoso, de la sensación de que todo va a salir mal? Eso fue lo que me pasó al ver los últimos minutos del juego de anoche entre los Bucks y el Heat. (Sí soy aficionado a los Milwaukee Bucks, soy de esos hípsters que apoya al equipo desde que Kareem Abdul-Jabbar todavía se hacía llamar Lew Alcindor.)

No quiero centrarme en los específicos. No quiero hablar del mal manejo del Coach Bud, de cómo Giannis (que sí, jugó lesionado, pero eso no es excusa) hizo parecer a Shaquille O’Neal un gran cobrador de tiros libres, ni de como sufrieron un colapso todavía más dramático en el Juego 4, ni de cómo a pesar de haber tenido la mejor marca de toda liga esta temporada perdieron en 5 juegos contra un equipo que tuvo una temporada regular asquerosamente mediocre y que perdió el primer juego del play-in en casa.

Giannis tuvo una pésima actuación desde la línea de disparos de castigo.


No, hoy quiero hablar de ese sentimiento del que les hablé, de esa sensación de impotencia al ver en vivo como se derrumban tus sueños, de saber que el otro equipo te ha conquistado mentalmente y que sólo es cuestión de tiempo para que le dé la vuelta a la tortilla, para que su superioridad se haga evidente en el marcador, para que el equipo que amas caiga muerto a la lona.

Eso fue lo que experimenté anoche, en el último cuarto era obvio que aunque el Heat iba abajo en el marcador había derrotado mentalmente a los Bucks, los había colonizado, jugaba mejor a la defensiva y simplemente era superior en todos los momentos claves. Era claro que Miami los iba a eliminar.

Supongo que si son aficionados del Cruz Azul saben a lo que me refiero (Sí, obviamente vamos a hablar del Cruz Azul, cómo hablar de esto sin mencionar a los reyes del tema), en ti nace una flor oscura, una flor cancerígena que se va esparciendo poco a poco por todo tu cuerpo. Es un dolor puro, un dolor abrasador y punzante que carcome tus vísceras, un alambre de púas en llamas lacerando tus entrañas, es como sentir el dolor de una patada en los huevos en cámara lenta. Es una sensación de infinita impotencia, es ver como un agujero negro succiona tus sueños, es saber que es el fin, porque eso es lo más desolador, que aunque el presente luce bien, en el fondo sabes que todo se va a derrumbar, es una de las experiencias más dolorosas que puedes sufrir como aficionado a los deportes.

En la escala de cruzazuleadas, ésta de mis Bucks no es precisamente la de la Final contra el América, en ésa sabíamos que todo se iba a derrumbar sólo hasta el momento en que el centro que terminó rematando Moi Muñoz volaba hacia el área, ésta se parece más a aquella contra el América en temporada regular cuando los dirigía Tomás Boy en la que iban ganando 3-0 al medio tiempo y en cuanto las águilas les marcaron el primero era obvio que iban a dar la vuelta (El América terminó ganando 4-3), o la que tuvieron hace unas cuantas en liguillas en semifinales contra los Pumas. Mucho tiempo antes de que todo se derrumbara, ya se sentía en el aire el brutal dolor de la derrota.

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Cerremos esto en una nota positiva. La verdad da gusto ver a un equipo que no se rinde como el Miami Heat. No únicamente es un equipo con corazón, también es un equipo inteligente. Juegan perfectamente bien a la defensiva y saben subir la intensidad de juego en los momentos clave. Eso y Jimmy Butler. Hombre, está en modo Dios, su actuación en esta serie sólo puede ser descrita con la palabra que es la peor enemiga de nosotros los poetas: inefable. El tiro que encestó para empatar el juego en el último segundo del tiempo regular es el más absurdo que he visto. No tengo más que quitarme el sombrero y preguntarme por qué, a pesar de ser considerado una estrella, Butler sigue siendo subestimado. Para mí, debería ser apreciado como uno de los jugadores más talentosos y sobresalientes, deberíamos considerarlo como uno de los jugadores que están en la cima de la pirámide de talento de la NBA. Felicito también a Erik Spoelstra, —que se comió enterito al Coach Bud —otro tipo subestimado, que debería ser considerado como uno de los mejores entrenadores de la NBA en este siglo. Para mí su actuación en esta serie solidifica el caso de ambos como futuros miembros del Salón de la Fama del Baloncesto.

El épico tiro de Jimmy Butler

 



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