¿Qué se siente anotar en una Final de Copa del Mundo?

 Por Omar Colio



El ardiente silencio del orgasmo.

Lo que más me gusta de un gol es que es como un orgasmo. Siempre me ha gustado que el gol tenga algo freudiano. El gol es un acto de penetración, es el origen de todo, es el Big Bang. ¡Baaaaang! El balón toca el fondo de la red y el universo entero estalla porque se ha alcanzado la gloria.

Es algo difícil de explicar y siento que no necesito explicarlo. Describirlo sería como preguntarse ¿por qué sentimos lo que sentimos? Ustedes saben cómo se siente un gol. Ustedes han experimentado ese momento de infinita dicha. Han experimentado el éxtasis absoluto. Han tocado el cielo. Han sido Dioses por un instante.

Si un extraterrestre (este texto es como South Park, de repente aparecen extraterrestres random en el fondo) me pidiera que le explicara qué es un gol, le mostraría la escena de sexo de Trainspotting en la que Renton llega al orgasmo y dice: ¡No me sentía así de bien desde que Archie Gemmill anotó contra Holanda en 1978! Eso es un gol.



 (Es el gol de Gemmill, no se tienen que persignar, no van a ver el pene de Ewan McGregor)

Claro que nadie siente más éxtasis durante un gol que quien lo anota, eso se nota porque, aunque todo el mundo salta y grita y baila, nadie lo festeja como quien lo anotó. Ahora imagínense lo que debe sentir quien anota un gol que gana un Mundial, ¡Ufff! Este texto tratará de averiguar cómo se siente el orgasmo de orgasmos, el éxtasis máximo.

¿Y saben que es lo que lo hace más grande? Que pasa frente a todo el mundo, es un éxtasis colectivo que contagia infinitos pechos y gargantas, millones de corazones arden en unísono, es el éxtasis más grande que hay en el Planeta Tierra. No hay un momento en el que se derrame más pasión humana que en ése.

Imaginen tener su mejor orgasmo frente a la mirada del planeta entero. Imagina que cuando lo alcances todo el mundo saltará, gritará y festejará feliz de que lo hayas conseguido. Aedos cantarán odas de tu orgasmo hasta el fin de los tiempos, será un momento que quedará tatuado para siempre en la historia como una nueva estrella brillando en el cielo cuya luz trascenderá por siglos a tu muerte, ese orgasmo es un orgasmo que te volverá inmortal. Uffff, no sé ustedes, pero como diría Pelé (que anotó tres goles en dos finales de Copa del Mundo) en los anuncios de Viagra: Yo lo haría.



Aunque claro, qué se yo, nunca he anotado ni anotaré un gol que gane una Copa del Mundo, ni siquiera he estado cerca. No me siento mal por ello, muchos grandes, como Cruyff o Maradona, nunca lo hicieron. Pero si queremos saber qué se siente el orgasmo de orgasmos hay que buscar en las palabras de los que sí lo sintieron. ¿Qué extraño no? Imagina que años después de haber tenido el orgasmo de orgasmos frente a todo el mundo la gente te pregunte ¿Qué sentiste en ese instante? Supongo que la mayoría respondería con otra frase de Renton: "Toma el mejor orgasmo que has tenido, multiplícalo por mil y aún no estás ni siquiera cerca".

Pero en esta ocasión vamos a revisar las palabras de otros miembros de este selectísimo club que lo dijeron de una manera más poética y sorpresivamente más melancólica. Prepárense para leer qué pasa cuando el cosmos entero tiene un orgasmo. No perdamos más tiempo, vamos a:

Madrid. 11 de julio de 1982. El Santiago Bernabéu nunca ha albergado un juego más grande que éste. Al minuto ¡¡¡69!!! (obvio) de la Final de la Copa del Mundo, Italia gana 1-0 y está hilando un hermoso contraataque, esta es la Italia del famoso Catenaccio pero la squadra azzurra toca el balón con una dulzura que le daría envidia al Barça de Guardiola.

Scirea le toca el balón a Marco Tardelli que está poéticamente situado en la Media Luna, cuando Tardelli recibe el balón toda la poesía de las Mil y Una Noches se desparrama por el césped del Bernabéu y el poema se convierte en un poema punk cuando Tardelli controla la pelota con la misma torpeza que la hubiera controlado yo,  en ese instante su pierna derecha se transformó en una tabla, en una pata de palo en la que el balón rebota y queda a la deriva haciéndole cosquillas a la Media Luna, dos Pastores Alemanes (que se han pasado toda la jugada correteando la pelota) salen corriendo a su caza con los colmillos de fuera y los tachones alzados.

Pero antes de ser cazado, Tardelli estira su larguísima pierna izquierda todo lo que puede y alcanza a impactar el balón con la suficiente fuerza para que su disparo sea un torpedo que traza una exquisita diagonal sobre el área y se incrusta justo en el ángulo inferior izquierdo…ahí, donde los amantes tejen sus orgasmos. (¡Saludos, Perro!)

Aunque en su barrida se estrelló con la barrida del defensor alemán produciendo un choque de trenes en la Media Luna, que se parecía mucho a la Media Luna de un planeta indeterminado donde los extraterrestres festejaban el gol de Tardelli, el mediocampista de la Juve se levantó, explotó como el Vesubio, corrió extático hacia la banda, meneó la cabeza como si se estuviera volviendo loco, agitó los puños como celebrando la llegada del orgasmo más dulce y gritó un grito inmortal tan poderoso que pasará la eternidad vagando por el cosmos. ¡Así se celebra un gol que gana una copa del Mundo!

Jaque mate. En ese momento Luciano Pavarotti pudo haber entrado a la cancha del Bernabéu a cantar el clímax de Nessun Dorma. ¡¡¡Vinceeeeeeeeeeeeeeeeeeròòòòòòòòòòòò!!! (Venceré). Después de eso, Italia navegó tranquila por el Mediterráneo, que estaba tan azul como su playera, con la Copa del Mundo en las manos. Pero a pesar de ser un gol tan importante, la celebración fue la que se quedó como un ícono, un ícono de éxtasis, un ícono de triunfo, un ícono de la orgásmica alegría que da anotar un gol que gana la Copa del Mundo.

El gol y la celebración de Tardelli con Pavarotti de fondo:



La celebración de Tardelli se volvió el estándar de cómo se siente el éxtasis deportivo, el estándar de cómo se siente la victoria, mucho antes del internet la gente reproducía una y otra vez esta imagen en sus cabezas. La victoria es una pintura en movimiento que ilustra los colores secretos del grito de Tardelli. O al menos lo fue para las generaciones antes del internet. Yo soy milennial, por lo tanto, mi festejo favorito de un gol que gana la Copa del Mundo es el de Ronaldo, con su corte de pelo extraterrestre, meneando el dedo índice después de haber vencido a Oliver Kahn (dos veces).

Los dos goles de Ronaldo: (PD. Es más valioso lo que hizo Rivaldo en el segundo gol al no tocar el balón y dejárselo a Ronaldo que lo que hizo tocando el balón como un Dios toda su carrera. Genio.

https://www.youtube.com/watch?v=3nXfZoPdZYA&ab_channel=Futbolpasionmundial3

Pero hay algo todavía más exquisito que el gol y la celebración de Tardelli y es lo que el mediocampista dijo años después sobre ese instante, cito:

“Después de anotar, toda mi vida pasó ante mí, la misma sensación que dicen que tienes cuando estás a punto de morir, la alegría de anotar en una Final de Copa del Mundo fue inmensa, algo con lo que soñaba de niño y mi celebración fue una liberación después de realizar ese sueño. Nací con ese grito dentro de mí, ése fue el momento en el que salió…

… Fui más allá de la locura… Me sentí completamente solo, todo quedó en silencio como si estuviera en una película muda.  Lo que ha quedado dentro de mí, es esa soledad, no es una soledad que implique infelicidad, por el contrario, fue un éxtasis absoluto, una felicidad que se vivió en soledad, estaba con los demás, pero estaba solo porque no oía nada, es difícil de describir,  es cierto, no hay duda de que un hombre nace solo y muere solo.”

Poesía pura, lo que lo hace más solemne, más hermoso inclusive que “Nací con ese grito dentro de mí” es que Tardelli comprende que lo que sintió va más allá de la alegría, de la dicha, en sus palabras está impregnado un dejo de melancolía, como si en ese momento hubiera entendido que ese era el pico más alto de su vida y que nunca más volvería a alcanzarlo, también hay mucho de paz, de soledad y de silencio, es como si dijera que el verdadero éxtasis consiste en eso. Y, ¿Saben qué? Hay alguien más que anotó un gol que ganó un Mundial que dijo algo parecido.



Todo comenzó con Jesús…Navas que salió conduciendo la pelota desde lo profundo del lado derecho del territorio español dejando atrás a jugadores vestidos de naranja, los neerlandeses tienen sólo diez hombres en el campo, pero pareciera que los 17 millones de habitantes de los Países Bajos van correteando a Navas tratando de robarle la pelota, finalmente uno de ellos se la puntea y tras un par de rebotes la esférica queda a la deriva a media cancha y entonces….

            ….En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme nació un hidalgo fantasmagórico que tocó la pelota de taquito en los últimos minutos del tiempo extra de una Final de Copa del Mundo, el genio manchego Andrés Iniesta le tocó la pelota a Cesc Fábregas que de primera se la pasó al incansable Navas que ya recorrió el ancho de la cancha y con vértigo se la toca al Niño Torres que está abierto a la izquierda y levanta la cabeza buscando tirar un centro maquiavélico (nótese la belleza de que la jugada empezó por la derecha y ahora ha llegado hasta la izquierda) en lo que nos detuvimos a hacer esta observación estética, Iniesta y Fábregas ya picaron verticalmente hacia el área buscando rematar un posible centro de Torres, el Niño le manda un pase filtrado a Iniesta que corta el neerlandés Rafael van der Vaart (de madre española) lo que provoca que del pecho del locutor de radio español salga un “¡Aghhhh!” como diciendo “¡Aghhhh!, pero que oportunidad tan buena nos acabamos de perder.”

Lo que el locutor no sabía es que en ese momento Iniesta estaba en fuera de lugar y si hubiera recibido el pase de Torres la oportunidad se hubiera perdido para siempre, tampoco sabe que cuando Iniesta tocó la pelota de taquito la había hechizado, desde ese momento el destino se decantó en favor de España, si no explíquenme como por tercera vez en la jugada un rebote le cae de nueva cuenta a un español, en esta ocasión Fábregas, quien poéticamente desde la Media Luna se acomoda la pelota en lo que Iniesta se habilita y le pone un pase fácil con ventaja, como si otra vez los dos fueran niños jugando en La Masía.

El Fantasmita controla el balón y le queda botando, van der Vaart se le barre, el gigante arquero neerlandés Maarten Stekelenburg sale con los brazos extendidos como si fueran las aspas de un molino de viento, pero Don Quijote encarnado en el fantasmagórico cuerpo de Don Andrés Iniesta ya está montado en Rocinante galopando a toda velocidad, extiende su lanza (su pierna derecha) y clava la pelota en el centro del corazón de piedra del gigante. Don Quijote 1. Los Molinos 0.

https://www.youtube.com/watch?v=LWHPYEzSLxo&ab_channel=javiVKrack

El festejo de Iniesta no fue tan memorable como el de Tardelli, pero sí fue inolvidable, lleno de éxtasis corrió hacia el córner y se quitó la playera revelando otra que decía “Dani Jarque siempre con nosotros”, en medio de su apoteosis, de su éxtasis de Santa Teresa, Iniesta recordó al ex capitán del Espanyol que había muerto unos meses antes a causa de un paro cardiaco a los 26 años, antes de ser inmolado por los festejos de todos sus compañeros. Esta vez Don Quijote salió victorioso, ¡Por fin! La gran generación española le dio el primer título mundial a su país.

¿Qué dijo Iniesta de ese momento?, cito:

“Se para todo y sólo estamos yo y el balón, como cuando ves una imagen en cámara lenta, para mí fue así. Es difícil escuchar el silencio…pero yo en ese momento escuché el silencio.”

Es curioso que ante el grito más poderoso que concibe nuestra especie estos hombres hayan encontrado el silencio, no es coincidencia que en ambos testimonios haya un dejo de melancolía, de pena, como si el éxtasis máximo fuera algo que te quemara, algo delicioso pero insoportable, la insoportable levedad del triunfo, la insoportable levedad del orgasmo.

En Minnesota hay una cámara de silencio que bloquea el 99.9% del ruido, es el lugar más silencioso del mundo, quien ha entrado ahí afirma que nadie puede estar ahí por mucho tiempo, la gente comienza a enloquecer después de un rato no escuchando nada más que su sangre corriendo por su cuerpo.

“Es difícil escuchar el silencio” parece más una frase de Lao-Tsé que de Andrés Iniesta. El silencio ha sido un punto fundamental de la filosofía de los místicos de oriente y occidente, el silencio es un punto clave de la meditación y de todas las doctrinas que dicen que la gloria está adentro y no afuera de nosotros mismos.

¿Pero por qué si el silencio es lo que se encuentra del otro lado del éxtasis máximo es algo tan insoportable? Creo que Tardelli tiene la respuesta, porque para escuchar el silencio hay que estar completamente solo, qué triste es pensar que la iluminación, el paraíso, la gloria, el éxtasis o como quieran llamarle es algo que encontraremos solos y no acompañados, ni aunque nos hayamos encontrado con ese fuego al anotar un gol que gana una Copa del Mundo frente a la mirada del planeta entero.

Creo que en el fondo es por eso que amamos el deporte, porque es algo colectivo, en el deporte puedes alcanzar el éxtasis al mismo tiempo que millones de personas fácilmente, díganme si la meditación puede lograr eso.

Y una vez que sabemos cómo se siente el éxtasis máximo, díganme ustedes, queridos lectores, ¿A qué saben sus orgasmos?

 

 

 

 

 

 

 




 

 

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