Por Omar Colio
Sobre la lengua
Ay, mi suculenta Venus de Willendorf
Diosa de la poesía
y de todo lo delicioso
¡Detente, primavera!
Sóplale a la vela de mi deseo
Sofoca la llama de la
autodestrucción
Y mi puta necesidad por cogerme a
las zafadas.
No me tientes con tu tanguita
Ni con tus tetas al aire
Entiendo tu querella
No creas que soy un pendejo
No creas que no me acuerdo que
Con la carne inflamada por la más
pura lujuria
Hazte para allá
No me calientes
Comprende mi conflicto de intereses
entre vivir feliz y vivir contigo
Ay, sí, perréame
Perréame un poquito
Acércame tu frondosidad
Tu cuerpo terso, suave y curvilíneo
Deja que mi espada sienta
Las vibraciones cósmicas de tus
labios
Las melodías de los astros
El ritmo al que arde el universo
¡Incéndiame!
Sácame de la indolencia
¡Susúrrame! ¡Susúrrame! susúrrame
Susúrrame una coartada
Para entrar por tu cortada
Bésame
Embriágame con tus babas
que dejaron tieso a Morrison
Que tu lengua y la mía
Se froten hasta fundirse
Y convertirse en un látigo
Con el que azotemos
Las nalgas de todo el Mundo.
Abre tu flor
Quiero beber de tu fuente sagrada
en la que sólo bebieron Rimbaud,
escarbar con mi lengua
los versos satánicos
que nadan en tu ano.
Hagamos hervir
El charco primigenio
Para que con tu magia
Ser la espada vengadora
Del ángel de la locura
Y así
Matar al pinche pájaro azul
Y así todos te vean
Y se vengan
Y se venguen
Y se vengan
Y hagamos una orgía
De culos y versos.
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