Patrick Mahomes, el quarterback poeta

  Por Omar Colio

El Super Bowl quedó atrás, otra temporada más de la NFL ha terminado y lo único que nos queda es el vacío existencial de saber que no habrá otro juego de futbol americano significativo hasta septiembre.

Mientras habitamos este océano de infinita tristeza, es pertinente preguntarnos ¿Por qué después del Super Bowl sentimos este vacío? ¿Por qué somos adictos a una liga que es operada por algunos de los más grandes culeros sobre la faz de la Tierra? Hay múltiples razones, tantas como para llenar una enciclopedia, pero al menos para mí una de las más importantes es, porque la NFL es la liga en la que juega Patrick Mahomes.

En cuanto Mahomes se convirtió en el quarterback titular de los Kansas City Chiefs transformó la historia de ese equipo para siempre. 5 años y 5 apariciones en el Campeonato de la AFC, 3 apariciones en el Super Bowl y 2 victorias, datos inverosímiles si se considera que los Chiefs no habían sido un equipo relevante en medio siglo.

Pero Mahomes no sólo encarna todos los grandes atributos asociados con los quarterbacks legendarios, como el magnífico juego de pies, la precisión y la potencia del brazo y la frialdad al encarar los momentos clave del juego, Mahomes es algo más, encasillarlo en la categoría de deportista es una equivocación, lo que hace Mahomes puede ser considerado arte, es un artista de esos raros que simplemente tienen una mano bendita, una capacidad impresionante para encontrar la expresión exacta para penetrar en el corazón del público, en ese sentido es comparable a Banksy o Dave Chappelle.

Pero al artista al que más me recuerda Mahomes es John Coltrane, para quien conozca la obra de Coltrane la comparación es obvia, si algo es Mahomes es jazz, eso es lo más maravilloso en él, su capacidad para improvisar, para trazar un lanzamiento imposible, para meterse en recovecos estrechísimos, para hacerle cosquillas a la realidad, para ser el ritmo en el que se desarrolla una violenta jugada, para ser un vendaval, ¡BAM! ¡SUISH! ¡CAPUT! ¡BOP! ¡TARAPAPÁ! Quien haya visto jugar a Mahomes sabe el significado de estas onomatopeyas, cada lanzamiento de Mahomes es una palabra nueva y hermosa en medio de el caos de un verso libre, es la fuerza que dirige el caos del universo, ¡Es jazz! ¡Es poesía! Es la encarnación de lo que la prosa de la Generación Beat estaba buscando.

Al igual que Coltrane, Mahomes tiene la habilidad para congelar el tiempo y permitir que la poesía lo encuentre a él, al igual que el gran saxofonista, el quarterback de los Chiefs tiene una habilidad física nunca antes vista que le permite hacer lo que quiera y crear poemas que antes de su existencia hubieran sido imposibles, seguiría escribiendo cosas bonitas sobre él, pero como todo gran artista, Mahomes es enemigo de las palabras que explican una obra que habla por sí sola, Mahomes es de los pocos artistas (y el único deportista) que al describirlo me hace escribir la palabra que más odio, con toda la rabia de mi corazón encendida por mi infinita admiración a su andar en el emparrillado, debo decir que la obra de Mahomes es inefable.

Yo sé que la mayor parte de las narrativas después del Super Bowl irán hacia lo “heroica” que fue su actuación el domingo al jugar lesionado y venir de atrás en la segunda parte y me parece bien, porque en realidad fue una actuación que rayó en el heroísmo, pero Mahomes es mejor si se le disfruta sin ningún tipo de etiqueta. Mahomes es el más poeta y el más guerrero en un deporte de poetas guerreros cada que sale a jugar,  no importa si es el primer juego de la temporada o el Super Bowl, Patrick Mahomes colmará de poesía este absurdo y brutal y trágico juego.

 No puedo esperar a que sea septiembre para dejar que Mahomes vuelva iluminar este pedazo importante de mi vida.

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