Ahhhh…¡Lo logramos! Conseguimos sobrevivir en este mundo de mierda lo suficiente como para poder volver a encararnos con el Mundial. Disculpen la negatividad impregnada en mi oración introductoria, pero estarán de acuerdo que hemos vivido un duro par de años. Y encima de eso tuvimos que esperar casi seis meses más de lo normal por las condiciones geográficas del país que a base de sobornos consiguió que la FIFA lo eligiera como sede de la vigésima segunda edición de la Copa Mundial Masculina de Futbol. Para darnos una idea de qué tan diferente era el planeta la última vez que tuvimos un Mundial sólo hay que recordar que Vladimir Putin, el villano número uno del mundo según la narrativa occidental contemporánea, fue quien le entregó el trofeo a Francia.
En aquellos lejanos, lozanos y ligeros tiempos en los que yo
escribía de cómo Mbappé me recordaba a Aquiles y a Rimbaud ninguno de nosotros había
escuchado la palabra coronavirus.
La verdad es que si nos ponemos a analizarlo seriamente nos
daremos cuenta que después de la pandemia las condiciones de vida de la inmensa
mayoría han empeorado debido a que en uno de los momentos más tétricos de la
historia reciente el capitalismo se comportó como siempre como la perra sanguinaria
y ruin que es y aprovechó las estremecedoras condiciones en las que se
encontraba el mundo para someternos aún más con su despiadado yugo (La verdad
yo me reí de Žižek cuando dijo que la pandemia iba a ser el fin del
capitalismo).
Y ahora mírennos, estamos más viejos, más explotados, más
tristes, más alienados, más separados que nunca, la burbuja inmobiliaria está
por estallar, la inflación está por los cielos, hemos dejado de ver el Apocalipsis
vía cambio climático como algo lejano y hemos empezado a internamente
prepararnos para afrontarlo durante nuestras vidas. Ah y además de todo eso tenemos
que vivir en vilo no sólo por las condiciones de pobreza, inseguridad y violencia
que tenemos que soportar sino también porque las potencias mundiales parecen estar
jugando un juego de “a ver quién la tiene más grande”.
Es por eso que siento cierto remordimiento de estar
escribiendo esto, de querer hacerlos sentir raro respecto a un momento tan
mágico como es el Mundial. Normalmente no me molesta ser un aguafiestas, pero
¡Chale! Qué bien se han sentido estos días previos en los que la droga que es
un evento como éste te empieza a pegar y comienzas a sentir esa inefable emoción.
Mi lado aficionado me dice: ¡Para de mamar! Deja que la
gente tenga un poco de felicidad en sus vidas, necesitan un alivio, un escape
de la asquerosa realidad, a nadie le agrada el güey que siempre está viendo la
parte negativa de todo. ¡Agarra el pedo! Además, en el gran esquema de las cosas
el Mundial es algo bueno, por lo menos siempre nos da grandes historias y también
tiene una sorprendente capacidad para decirnos mucho acerca de nosotros, como individuos
y como especie. Y la verdad es que creo que eso último es verdad, de verdad
creo que a fin de cuentas el Mundial es algo positivo, aunque sé que después de
leer esto será difícil convencer a muchos de ustedes.
Pero bueno, antes de señalar a la mosca flotando en la sopa
(que parece ser más grande de lo normal) voy a hacer lo que hacen los güeyes que
escriben cosas como ésta y les voy a decir mi favorito para el torneo:
Argentina. Sí, ya sé, qué sorpresa…pero creo que en estos cuatro años y medio
han logrado llenar los tremendos agujeros que tenían y nuevamente tienen un
equipo lleno de talento, que además es capaz de funcionar sin depender tanto de
Messi.
Aunque debo decirles que aunque creo sinceramente que
Argentina puede ganar el Mundial, también he de decir que elegí a la Albiceleste
con el corazón, no sólo porque un latinoamericano no lo ha ganado en 20 años,
también porque en el fondo me encantaría ver a Messi por fin ganar el Mundial
en su último intento (¡Bah!, en una de esas juega el de 2026 a los 39). La verdad
es que en mi interior sigo amando a la pinche Pulga a pesar de que el muy cabrón
haga comerciales a favor del gobierno asesino de Arabia Saudita—que, coincidentemente
es el primer rival de Argentina, eso va a ser interesante—Hey, si las
relaciones personales del día a día son extremadamente complejas, ¿Por qué
sería diferente con las celebridades?
Como sabemos todos, Qatar consiguió la sede del Mundial básicamente
sobornando a toda la FIFA, pero ¿Por qué el gobierno qatarí pagaría millones de
dólares en sobornos para albergar la Copa? Pues por lo mismo que compraron el
Paris Saint-Germain y por lo mismo que lo hacen todos los países que quieren
organizar un evento de estas magnitudes, para usar al futbol como método para
hincharse con el dinero del turismo y dar una imagen “limpia” y de fortaleza
ante el Mundo.
En cierta manera esto ya funcionó, por lo menos se han
posicionado en el inconsciente colectivo. Sean honestos, ¿Cuántos de ustedes
habían oído hablar de Qatar antes de 2010, cuando la FIFA los eligió para
organizar este torneo? ... ¿Ah, sí? ¿Todos ya sabían de su existencia? Entonces
díganme otra ciudad qatarí aparte de Doha, ¿Ah, verdad?
¿Quieren saber más sobre Qatar? Pues sepan que Qatar es una
monarquía. Y yo sé que habrá entre ustedes quien se volcó a ver Netflix cuando salió
la nueva temporada de The Crown (un comercial larguísimo de la monarquía
inglesa), pero yo creo que en pleno Siglo XXI las monarquías son algo
inaceptable. Y esta es una monarquía todavía peor que las europeas que han
perdido una buena parte del poder que alguna vez tuvieron, si bien Qatar no es una
monarquía absoluta per se porque existe un congreso, todo el poder y la
riqueza del Estado qatarí recae en el emir.
A pesar de esto y de los muchos otros temas oscuros que aún
nos falta discutir, así como Netflix le hizo su comercial al más grande símbolo
del imperialismo en el mundo, todos los medios mainstream hicieron programas
referentes a la cultura qatarí que no son otra cosa sino precisamente los
comerciales que el gobierno qatarí tenía en mente a la hora de sobornar a la FIFA.
Más allá de las obvias dificultades de vivir en una nación en
medio del desierto, la vida en Qatar es dura, los derechos humanos son algo
inexistente, la población vive en un estado de tremenda represión, especialmente
las mujeres. Como muestra sólo hay que voltear a ver lo que el gobierno qatarí
considera una conducta inapropiada por parte de los asistentes a la Copa. Si yo
fuera de esa banda privilegiada que anda en todos los Mundiales éste me lo
saltaría, ¿Ya vieron el código de comportamiento que exigen los organizadores?
Super represivo. No se va a poder pistear, ni fumar, ni celebrar en las calles,
ni ser gay, ni tener demostraciones públicas de afecto ¿Para qué gastarse un
dineral en ir al Mundial si ni siquiera se va a poder echar fiesta a gusto?
Y, OK. Yo sé que eso que acabo de escribir puede parecer
bastante banal así que ahí les va un caso crudo de asquerosa realidad, el de la
mexicana Paola Schietekat que llegó a Qatar para trabajar en la organización
del Mundial. Después de año y medio en ese país, Paola fue violada. Cuando denunció
los hechos ante las autoridades qatarís, le dijeron que bajo la ley islámica el
haber sido violada la hacía culpable del crimen de sexo extramarital, por lo
cual fue condenada a 100 azotes y 7 años de prisión. Pero no se preocupen, el
cada vez más progresista gobierno qatarí le ofreció una alternativa, le
suspendían la pena si se casaba con su agresor.
Qatar está en la calle en el tema de derechos humanos,
aunque para ser honestos este es un problema histórico y cultural que no tiene
que ver con el Mundial, ¿Que cómo la FIFA escoge un país con tantas faltas a la
libertad de expresión y a los derechos humanos como sede para su máxima justa?
Pues porque a la FIFA esto en realidad le importa un carajo, nunca han tenido
problemas con esto en el pasado, ¿Por qué les importaría ahora? A la FIFA lo único
que le interesa es llenarse de dinero a partir del esfuerzo y sufrimiento de otros,
exactamente igual que todas las trasnacionales, la Copa Mundial de 2018 en
Rusia le significó a la FIFA una ganancia récord de 2,800 millones de dólares. Eso
es lo que les interesa, lo demás qué, la FIFA no tiene problemas con nada que no
le represente dejar de ganar dinero, las aplanadoras de la FIFA destruyeron
barrios marginales enteros en Brasil y Sudáfrica sólo porque sus habitantes se
veían miserables y tristes y poco acordes a la vibra que la FIFA quiere contagiar
en el Mundial. (México, ¡Prepárate para luchar!, para evitar que esto pase en
2026).
Si bien una buena parte de la crítica occidental se ha
centrado en Qatar, no hay que olvidar que la FIFA es igualmente responsable de
todos estos abusos, principalmente de los que están directamente relacionados con
el Mundial, como la muerte de miles de trabajadores migrantes en la
construcción de la infraestructura necesaria para el torneo.
Como fuerza laboral la organización utilizó principalmente a
migrantes de Nepal, Bangladesh, India, Sri Lanka y Pakistán que laboraron en
condiciones no muy diferentes a la esclavitud, recibiendo salarios miserables a
cambio de su trabajo en condiciones peligrosas e infrahumanas en medio de las
inmisericordes condiciones del desierto. Ah y a esto hay que agregarle que todo
esto lo tuvieron que hacer viviendo hacinados en lugares en condiciones insalubres
en medio de una pandemia.
Una vez que los trabajadores migrantes entraban al país,
estaban atrapados en las trampas mortales que eran sus empleos, pues la mayoría
entró bajo el sistema Kafala, un método de esclavitud contemporánea que
utilizan algunos países de Medio Oriente, los horribles e innecesarios
rascacielos de los Emiratos Árabes Unidos que los aspiracionistas tanto admiran
fueron construidos bajo este sistema, en el que los trabajadores migrantes
entran al país bajo la “tutela” de un “patrocinador”, es decir su empleador o
mejor dicho su explotador, quien tiene absoluta potestad sobre el migrante,
inclusive se queda con sus documentos, por lo cual el trabajador no puede cambiar
de empleo o abandonar el país sin su autorización. A mediados de la década
pasada se calculaba que el 94% de la fuerza laboral en Qatar estaba bajo el
sistema Kafala.
El periódico británico The Guardian calcula que estas
condiciones de trabajo forzado acabaron con la vida de 6,500 obreros durante el
boom de la construcción en Qatar una vez que FIFA les asignó la Copa del Mundo,
aunque es difícil calcular un número exacto bajo el manto del sistema Kafala, debido
a que todos los datos y documentos están en manos de los patrocinadores, por lo
cual muchos trabajadores virtualmente dejan de existir una vez que entran al
país. Y aunque la presión internacional forzó a Qatar a hacer reformas a este
sistema, Amnistía Internacional reporta que aún falta que estas se hagan
efectivas en la práctica.
A pesar de todo esto la semana pasada el presidente de la
FIFA Gianni Infantino pidió a la comunidad internacional que por favor se olvidara
de estos temas y se concentrara en el futbol…Si bien Qatar ha sido blanco fácil
para las críticas occidentales, muchas de las mismas no han sido tan duras con
la FIFA, principal beneficiaria de todos estos atropellos.
Si amas el futbol, pero lo que está escrito aquí te hizo
decidir no ver el Mundial, te admiro. El mundo necesita más personas como tú.
Pero la verdad yo no puedo decirles que no lo vean, primero porque honestamente
yo voy a verlo y pedirles a ustedes que no lo hicieran sería hipócrita de mi
parte, y segundo porque sé que hay algo mágico en medio de toda la mierda que
envuelve a la Copa, es algo que va más allá de la beldad que hay en el juego o
de las grandes historias que nos da o de lo que nos puede decir de nosotros
mismos, no sé qué es exactamente, no existen palabras para describirlo, pero yo
creo que tiene que ver con la necesidad que tiene el ser humano por sentirse
conectado con los demás, y el Mundial es el evento deportivo más grande del
planeta, supongo que se siente bien verlo y pensar que todo el mundo está
viendo contigo, que esta es una de las pocas cosas que nos hemos puesto de
acuerdo para construir como especie, esta es la Torre de Babel que más cerca
está del cielo.
Estoy convencido que el gregarismo es lo que nos condena,
pero lo necesitamos, la gente que me conoce a veces me describe como huraño y
solitario, y tal vez sí soy más huraño que una persona común y me siento más cómodo
en soledad de lo que se siente la mayoría, pero aun así necesito ese contacto,
ese roce con el resto del Mundo que me despierte de la pesadilla y me haga
sentir menos solo. Por eso amo la Copa del Mundo.
Y si bien no les voy a pedir que no vean el Mundial, creo
que sí es justo pedirles que mientras lo vean recuerden todo lo que está
escrito aquí, recuerden los horrores a los que es capaz de llegar el capitalismo
sólo por una ganancia, que piensen en eso la próxima vez que estén mirando algo
que aman, que se pregunten cómo fue construido, cómo fue el proceso para que
llegara hasta donde está. No se trata que dejen de disfrutarlo, pero sí de que tengan
eso presente en su vida cotidiana y de que luchen porque no tenga que ser así,
porque les juro que si bien eso que aman puede haber sido construido por
salvajes capitalistas sin escrúpulos, no tiene por qué ser así, el futbol y muchas
otras cosas que amo podrán ser operados por capitalistas, pero el capitalismo
no los inventó y no necesitamos del capitalismo para tenerlos, el primer paso
para lograr construir orgánica y sanamente algo que amamos, o para construir
una sociedad más equitativa, es darnos cuenta de ello.
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