Guía para la Copa del Mundo: Qatar 2022, un Mundial para morirse.

Ahhhh…¡Lo logramos! Conseguimos sobrevivir en este mundo de mierda lo suficiente como para poder volver a encararnos con el Mundial. Disculpen la negatividad impregnada en mi oración introductoria, pero estarán de acuerdo que hemos vivido un duro par de años. Y encima de eso tuvimos que esperar casi seis meses más de lo normal por las condiciones geográficas del país que a base de sobornos consiguió que la FIFA lo eligiera como sede de la vigésima segunda edición de la Copa Mundial Masculina de Futbol. Para darnos una idea de qué tan diferente era el planeta la última vez que tuvimos un Mundial sólo hay que recordar que Vladimir Putin, el villano número uno del mundo según la narrativa occidental contemporánea, fue quien le entregó el trofeo a Francia.

En aquellos lejanos, lozanos y ligeros tiempos en los que yo escribía de cómo Mbappé me recordaba a Aquiles y a Rimbaud ninguno de nosotros había escuchado la palabra coronavirus.

La verdad es que si nos ponemos a analizarlo seriamente nos daremos cuenta que después de la pandemia las condiciones de vida de la inmensa mayoría han empeorado debido a que en uno de los momentos más tétricos de la historia reciente el capitalismo se comportó como siempre como la perra sanguinaria y ruin que es y aprovechó las estremecedoras condiciones en las que se encontraba el mundo para someternos aún más con su despiadado yugo (La verdad yo me reí de Žižek cuando dijo que la pandemia iba a ser el fin del capitalismo).

Y ahora mírennos, estamos más viejos, más explotados, más tristes, más alienados, más separados que nunca, la burbuja inmobiliaria está por estallar, la inflación está por los cielos, hemos dejado de ver el Apocalipsis vía cambio climático como algo lejano y hemos empezado a internamente prepararnos para afrontarlo durante nuestras vidas. Ah y además de todo eso tenemos que vivir en vilo no sólo por las condiciones de pobreza, inseguridad y violencia que tenemos que soportar sino también porque las potencias mundiales parecen estar jugando un juego de “a ver quién la tiene más grande”.

Es por eso que siento cierto remordimiento de estar escribiendo esto, de querer hacerlos sentir raro respecto a un momento tan mágico como es el Mundial. Normalmente no me molesta ser un aguafiestas, pero ¡Chale! Qué bien se han sentido estos días previos en los que la droga que es un evento como éste te empieza a pegar y comienzas a sentir esa inefable emoción.

Mi lado aficionado me dice: ¡Para de mamar! Deja que la gente tenga un poco de felicidad en sus vidas, necesitan un alivio, un escape de la asquerosa realidad, a nadie le agrada el güey que siempre está viendo la parte negativa de todo. ¡Agarra el pedo! Además, en el gran esquema de las cosas el Mundial es algo bueno, por lo menos siempre nos da grandes historias y también tiene una sorprendente capacidad para decirnos mucho acerca de nosotros, como individuos y como especie. Y la verdad es que creo que eso último es verdad, de verdad creo que a fin de cuentas el Mundial es algo positivo, aunque sé que después de leer esto será difícil convencer a muchos de ustedes.



Pero bueno, antes de señalar a la mosca flotando en la sopa (que parece ser más grande de lo normal) voy a hacer lo que hacen los güeyes que escriben cosas como ésta y les voy a decir mi favorito para el torneo: Argentina. Sí, ya sé, qué sorpresa…pero creo que en estos cuatro años y medio han logrado llenar los tremendos agujeros que tenían y nuevamente tienen un equipo lleno de talento, que además es capaz de funcionar sin depender tanto de Messi.

Aunque debo decirles que aunque creo sinceramente que Argentina puede ganar el Mundial, también he de decir que elegí a la Albiceleste con el corazón, no sólo porque un latinoamericano no lo ha ganado en 20 años, también porque en el fondo me encantaría ver a Messi por fin ganar el Mundial en su último intento (¡Bah!, en una de esas juega el de 2026 a los 39). La verdad es que en mi interior sigo amando a la pinche Pulga a pesar de que el muy cabrón haga comerciales a favor del gobierno asesino de Arabia Saudita—que, coincidentemente es el primer rival de Argentina, eso va a ser interesante—Hey, si las relaciones personales del día a día son extremadamente complejas, ¿Por qué sería diferente con las celebridades?



Como sabemos todos, Qatar consiguió la sede del Mundial básicamente sobornando a toda la FIFA, pero ¿Por qué el gobierno qatarí pagaría millones de dólares en sobornos para albergar la Copa? Pues por lo mismo que compraron el Paris Saint-Germain y por lo mismo que lo hacen todos los países que quieren organizar un evento de estas magnitudes, para usar al futbol como método para hincharse con el dinero del turismo y dar una imagen “limpia” y de fortaleza ante el Mundo.

En cierta manera esto ya funcionó, por lo menos se han posicionado en el inconsciente colectivo. Sean honestos, ¿Cuántos de ustedes habían oído hablar de Qatar antes de 2010, cuando la FIFA los eligió para organizar este torneo? ... ¿Ah, sí? ¿Todos ya sabían de su existencia? Entonces díganme otra ciudad qatarí aparte de Doha, ¿Ah, verdad?

¿Quieren saber más sobre Qatar? Pues sepan que Qatar es una monarquía. Y yo sé que habrá entre ustedes quien se volcó a ver Netflix cuando salió la nueva temporada de The Crown (un comercial larguísimo de la monarquía inglesa), pero yo creo que en pleno Siglo XXI las monarquías son algo inaceptable. Y esta es una monarquía todavía peor que las europeas que han perdido una buena parte del poder que alguna vez tuvieron, si bien Qatar no es una monarquía absoluta per se porque existe un congreso, todo el poder y la riqueza del Estado qatarí recae en el emir.

A pesar de esto y de los muchos otros temas oscuros que aún nos falta discutir, así como Netflix le hizo su comercial al más grande símbolo del imperialismo en el mundo, todos los medios mainstream hicieron programas referentes a la cultura qatarí que no son otra cosa sino precisamente los comerciales que el gobierno qatarí tenía en mente a la hora de sobornar a la FIFA.

Más allá de las obvias dificultades de vivir en una nación en medio del desierto, la vida en Qatar es dura, los derechos humanos son algo inexistente, la población vive en un estado de tremenda represión, especialmente las mujeres. Como muestra sólo hay que voltear a ver lo que el gobierno qatarí considera una conducta inapropiada por parte de los asistentes a la Copa. Si yo fuera de esa banda privilegiada que anda en todos los Mundiales éste me lo saltaría, ¿Ya vieron el código de comportamiento que exigen los organizadores? Super represivo. No se va a poder pistear, ni fumar, ni celebrar en las calles, ni ser gay, ni tener demostraciones públicas de afecto ¿Para qué gastarse un dineral en ir al Mundial si ni siquiera se va a poder echar fiesta a gusto?

Y, OK. Yo sé que eso que acabo de escribir puede parecer bastante banal así que ahí les va un caso crudo de asquerosa realidad, el de la mexicana Paola Schietekat que llegó a Qatar para trabajar en la organización del Mundial. Después de año y medio en ese país, Paola fue violada. Cuando denunció los hechos ante las autoridades qatarís, le dijeron que bajo la ley islámica el haber sido violada la hacía culpable del crimen de sexo extramarital, por lo cual fue condenada a 100 azotes y 7 años de prisión. Pero no se preocupen, el cada vez más progresista gobierno qatarí le ofreció una alternativa, le suspendían la pena si se casaba con su agresor.

Qatar está en la calle en el tema de derechos humanos, aunque para ser honestos este es un problema histórico y cultural que no tiene que ver con el Mundial, ¿Que cómo la FIFA escoge un país con tantas faltas a la libertad de expresión y a los derechos humanos como sede para su máxima justa? Pues porque a la FIFA esto en realidad le importa un carajo, nunca han tenido problemas con esto en el pasado, ¿Por qué les importaría ahora? A la FIFA lo único que le interesa es llenarse de dinero a partir del esfuerzo y sufrimiento de otros, exactamente igual que todas las trasnacionales, la Copa Mundial de 2018 en Rusia le significó a la FIFA una ganancia récord de 2,800 millones de dólares. Eso es lo que les interesa, lo demás qué, la FIFA no tiene problemas con nada que no le represente dejar de ganar dinero, las aplanadoras de la FIFA destruyeron barrios marginales enteros en Brasil y Sudáfrica sólo porque sus habitantes se veían miserables y tristes y poco acordes a la vibra que la FIFA quiere contagiar en el Mundial. (México, ¡Prepárate para luchar!, para evitar que esto pase en 2026).

Si bien una buena parte de la crítica occidental se ha centrado en Qatar, no hay que olvidar que la FIFA es igualmente responsable de todos estos abusos, principalmente de los que están directamente relacionados con el Mundial, como la muerte de miles de trabajadores migrantes en la construcción de la infraestructura necesaria para el torneo.

Como fuerza laboral la organización utilizó principalmente a migrantes de Nepal, Bangladesh, India, Sri Lanka y Pakistán que laboraron en condiciones no muy diferentes a la esclavitud, recibiendo salarios miserables a cambio de su trabajo en condiciones peligrosas e infrahumanas en medio de las inmisericordes condiciones del desierto. Ah y a esto hay que agregarle que todo esto lo tuvieron que hacer viviendo hacinados en lugares en condiciones insalubres en medio de una pandemia.

Una vez que los trabajadores migrantes entraban al país, estaban atrapados en las trampas mortales que eran sus empleos, pues la mayoría entró bajo el sistema Kafala, un método de esclavitud contemporánea que utilizan algunos países de Medio Oriente, los horribles e innecesarios rascacielos de los Emiratos Árabes Unidos que los aspiracionistas tanto admiran fueron construidos bajo este sistema, en el que los trabajadores migrantes entran al país bajo la “tutela” de un “patrocinador”, es decir su empleador o mejor dicho su explotador, quien tiene absoluta potestad sobre el migrante, inclusive se queda con sus documentos, por lo cual el trabajador no puede cambiar de empleo o abandonar el país sin su autorización. A mediados de la década pasada se calculaba que el 94% de la fuerza laboral en Qatar estaba bajo el sistema Kafala.

El periódico británico The Guardian calcula que estas condiciones de trabajo forzado acabaron con la vida de 6,500 obreros durante el boom de la construcción en Qatar una vez que FIFA les asignó la Copa del Mundo, aunque es difícil calcular un número exacto bajo el manto del sistema Kafala, debido a que todos los datos y documentos están en manos de los patrocinadores, por lo cual muchos trabajadores virtualmente dejan de existir una vez que entran al país. Y aunque la presión internacional forzó a Qatar a hacer reformas a este sistema, Amnistía Internacional reporta que aún falta que estas se hagan efectivas en la práctica.

A pesar de todo esto la semana pasada el presidente de la FIFA Gianni Infantino pidió a la comunidad internacional que por favor se olvidara de estos temas y se concentrara en el futbol…Si bien Qatar ha sido blanco fácil para las críticas occidentales, muchas de las mismas no han sido tan duras con la FIFA, principal beneficiaria de todos estos atropellos.



Si amas el futbol, pero lo que está escrito aquí te hizo decidir no ver el Mundial, te admiro. El mundo necesita más personas como tú. Pero la verdad yo no puedo decirles que no lo vean, primero porque honestamente yo voy a verlo y pedirles a ustedes que no lo hicieran sería hipócrita de mi parte, y segundo porque sé que hay algo mágico en medio de toda la mierda que envuelve a la Copa, es algo que va más allá de la beldad que hay en el juego o de las grandes historias que nos da o de lo que nos puede decir de nosotros mismos, no sé qué es exactamente, no existen palabras para describirlo, pero yo creo que tiene que ver con la necesidad que tiene el ser humano por sentirse conectado con los demás, y el Mundial es el evento deportivo más grande del planeta, supongo que se siente bien verlo y pensar que todo el mundo está viendo contigo, que esta es una de las pocas cosas que nos hemos puesto de acuerdo para construir como especie, esta es la Torre de Babel que más cerca está del cielo.

Estoy convencido que el gregarismo es lo que nos condena, pero lo necesitamos, la gente que me conoce a veces me describe como huraño y solitario, y tal vez sí soy más huraño que una persona común y me siento más cómodo en soledad de lo que se siente la mayoría, pero aun así necesito ese contacto, ese roce con el resto del Mundo que me despierte de la pesadilla y me haga sentir menos solo. Por eso amo la Copa del Mundo.

Y si bien no les voy a pedir que no vean el Mundial, creo que sí es justo pedirles que mientras lo vean recuerden todo lo que está escrito aquí, recuerden los horrores a los que es capaz de llegar el capitalismo sólo por una ganancia, que piensen en eso la próxima vez que estén mirando algo que aman, que se pregunten cómo fue construido, cómo fue el proceso para que llegara hasta donde está. No se trata que dejen de disfrutarlo, pero sí de que tengan eso presente en su vida cotidiana y de que luchen porque no tenga que ser así, porque les juro que si bien eso que aman puede haber sido construido por salvajes capitalistas sin escrúpulos, no tiene por qué ser así, el futbol y muchas otras cosas que amo podrán ser operados por capitalistas, pero el capitalismo no los inventó y no necesitamos del capitalismo para tenerlos, el primer paso para lograr construir orgánica y sanamente algo que amamos, o para construir una sociedad más equitativa, es darnos cuenta de ello.

 

 

 

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